NUEVA FÍSICA DE LA MATERIA.

(FRAGMENTOS PRESENTACIÓN OBRA)

Bosquejo general de la obra                                    .

 

  -Una sinopsis previa para facilitar su lectura y comprensión-.

 

La obra que tienes en tus manos está estructurada en cuatro libros: El primero se titula, “Contra la Ortodoxia”. El segundo, “Neo-Ontofísica”. El tercero, “Diario de un Heterodoxo”. Y el cuarto, “Frente a cuatro teorías ortodoxas”.

 

El Libro I, tiene como fin preparar al lector para que cuando llegue en su lectura al Libro Segundo, disponga de una base cultural necesaria, por si el nuevo lector no la tuviera, para adentrarse con mayor predisposición en el novísimo escenario filosófico-científico del libro II, en donde se presenta y desarrolla, la nueva Teoría Neo-Ontofísica, objeto fundamental de esta obra. Aún así, el lector con cierta base filosófica, podría saltárselo y pasar directamente al Libro II.

 

El Libro II y su contenido es el que presenta y desarrolla lo verdaderamente nuevo y revolucionario, enmarcado en una Teoría General bajo el título de Neo-Ontofísica. En él están los 10 Principios y 16 Sub-Teorías que son los dos componentes principales de esta Teoría General: El filosófico que desarrolla principios o postulados de carácter universal que no exigen más demostración que su propio desarrollo reflexivo y razonado y el científico que incluye una segunda parte con una serie de sub-teorías y los correspondientes análisis, dentro de los cánones de la ciencia como son la medida, el número y la analogía.

 

Por lo que corresponde a la parte de Principios citados en el párrafo anterior, postulo una serie de afirmaciones categóricas a las que llamo “Principios”, los que luego analizo y desarrollo individualmente cada uno de ellos. Desarrollo apoyado por los razonamientos que he ido acumulando, tras la observación de lo mediato e inmediato en años de dedicación y estudio.

 

El primer Principio, por ejemplo dice: “Somos sujetos relativos que explicamos la realidad a imagen y medida de esta misma relatividad nuestra”. Este Principio condiciona todos los demás. Con él quiero decir que,  por mucho que nos creamos poseer una verdad o un conocimiento,  siempre, siempre, estará condicionado este conocimiento por la manera tan subjetiva o relativa que tenemos los humanos y sus sentidos, para acceder al entono físico que nos rodea.

 

El Principio 2º tiene que ver con “movimiento” y “no-movimiento” de la materia. Dos conceptos que suman una contradición. Un Principo contradictorio y fundamental que viene a ser, como el hálito vital de todo lo que existe. Sin esa contradicción dialéctica, no existiría nada.

 

 En el nº 3 de estos 10 Principios, se afirma que no ha habido “inicio-creacional-temporal” de “lo que es”… Otro Principio fundamental es el nº 7 que introduce un nuevo elemento físico, llamado “Unidad-sistemal”. Elemento unificador, que define la constitución general de todo lo que existe en entes vertebrados y en movimiento. El Principio 8, presenta una gráfica en forma de coordenadas que ubican en un espacio y tiempo relativos, las citadas “unidades-sistemales”. El nº 9 de estos Principios define por primera vez, un nuevo movimiento de la materia que esta sofialogía (filosofía) define como “movimiento substancial” bajo el nombre de “Movimiento Mecano-Óntico”...

 

La segunda parte del Libro II está dedicado a la Ciencia, como apunté antes y presenta las 16 citadas “sub-Teorías” que dan solución a algunas incógnitas aún sin resolver.

 

Sirva como ejemplo de lo que digo, el nuevo planteamiento que en la Sub-Teoría nº 2, se hace sobre el “nacimiento” de los planetas en nuestro Sistema solar y por extensión, del resto de cuerpos celestes. Según esta teoría, el nacimiento de los cuerpos celestes no necesitó ni necesita ninguna explosión creadora para ser como son ahora… Y así hasta 16 nuevas explicaciones, a las que he añadido 5 hipótesis sobre otros temas de ciencia.

 

     El Libro III está escrito en forma de un Diario y lo componen 264 reflexiones y comentarios bajo el título de “Diario de un Heterodoxo. El largo recorrido de un pensador que no se dejó llevar por el conformismo de lo aprendido.

 

     El Libro IV, titulado, “Frente a cuatro teorías ortodoxas”, realiza un análisis concienzudo y crítico de cuatro teorías de las que sus creadores fueron: Isaac Newton, Albert Einstein, Edwin Hubble y Werner Karl Heisenberg. Teorías que de un modo u otro, ha influido en la división actual de la física teórica.

 

     De todo lo anterior, el lector puede tener una idea general del contenido total, leyendo el Índice que viene a continuación de este breve bosquejo general de la obra que le acabo de ofrecer.

 

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LIBRO II

 

"Es necesario que los varones filósofos estén bien enterados de muchas y muchas cosas". Heráclito de Éfeso (535 -470 a. C.)

 

NEO-ONTOFÍSICA

-Una visión más global y uniforme de la física del ser desde una perspectiva sofialógica-

 

Si no entras por la puerta de la antigua filosofía, hoy sofialogía, la ciencia que aquí se presenta, se te hará incomprensible.

El autor.

Neo-Ontofísica

Definición

 

Neo-Ontofísica es la explicación de la materia como una sola substancia, única e infinita: Absoluta en su infinitud y relativa en su substancialidad”.

 

Una Teoría general que se fundamenta en 10 Principios, 16 Sub-teorías y 5 hipótesis.

 

Esta Sofialogía Neo-Ontofísica se sustenta en el movimiento. Un movimiento no sólo mecanicista, fundamental para entender la nueva mecánica substancial revolucionaria y unificada de la materia: El “Movimiento Mecano-Óntico” (MMO). Definición que incluye un mecanicismo al uso y otro movimiento llamado “substancial” por esta sofialogía que tiene la capacidad de transformar la materia en algo articulado y formal, de tal modo que sin esta maravillosa combinatoria de “Movimiento Mecano y Óntico”, ese todo, no sería más que un infinito bloque macizo y “muerto”.

 

    El nombre de Neo-Ontofísica fue elegido también por mí, porque quería que reflejara con su etimología original (“onto” y “física”, el ser y lo físico), la esencia de lo que defiende esta sofialogía: Que, incluso, el  mismo ser –lo divino y lo humano– es materia. Una sola materia, una sola substancia, una sola física y un solo existir.

 

  La materia, un todo uni-substancial en una indefinible infinitud.

 

¡La sofialogía Neo-Ontofísica, la Teoría unificada de la materia!

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Primera parte (Libro II)

 

PRINCIPIOS ONTOFÍSICOS

 

-“Los cimientos teóricos de esta Sofialogía Neo-Ontofísica”-

 

 

“La totalidad, como un contenido sin continente o un punto rodeado de infinito".

(Aforismos y Pensamientos)

(Del mismo autor.)

 

Preámbulo       

 

  Quiero comenzar esta primera parte del Libro II de este tratado general de la Sofialogía Neo-Ontofísica, presentando lo que he titulado como “Principios Ontofísicos”, diez en total, porque el contenido fundamental de esta primera parte es el enunciado y posterior desarrollo de los citados diez Principios Neo-Ontofísicos, cuya suma son como los cimientos sobre los que se ha construido esta gran teoría unificada a la que decidí llamar NEO-ONTOFÍSICA. Vocablo del que di cuenta y definí su significado, al inicio de este Libro II.

 

  Sofialogía Neo-Ontofísica que podría subtitular algo así como “El más aquí de la metafísica”, si atendemos a su contenido general, porque quiere significar la naturaleza fundamental de esta sofialogía que pretende hacer de lo físico, la materia imprescindible sin la que los conocimientos objetivos únicamente se convierten en poco menos que consideraciones fantásticas, propias de un momento inicial de nuestro evolucionar mental en el que, de la materia se ignoraba casi todo. No se me mal interprete por lo que antecede, extrayendo un significado contrario a lo que pretende esta sofialogía. Para la Neo-Ontofísica no hay partes: todo es físico o, para que se me entienda mejor, todo lo que conforma las diferentes características de lo que se percibe y, por supuesto, de lo mucho que nunca podremos percibir, está formado de una única y universal substancia. Esto, que para las primeras filosofías fueron una simple intuición, para esta sofialogía Neo-Ontofísica, es una certeza porque dispone de los muchos conocimientos que la ciencia, en el también evolucionar paralelo, le ha ido ofreciendo. Así que esta sofialogía pretende significar que el ser, “lo que es”, “todo” o como demonios queramos significar la llamada, también, “existencia”, es un todo físico y nada más y, por supuesto, nada menos. Pero tampoco rechazaría cambiarlo por este otro título: “El ser como un todo metafísico y nada más y, por supuesto, nada menos”. De esto es por lo que decía más arriba que no se me mal interpretara. La única exigencia es que ambas definiciones no caben en esa realidad que trata de explicar esta sofialogía, porque sólo se dispone de una sola substancia que va, desde el más insignificante elemento de materia menos sofisticado y burdo, por expresarlo con parámetros humanos, hasta los más elucubrados sentimientos fantásticos o no, de todo tipo. Quiero destacar aquí a Giordano Bruno un clarividente pensador del que esta sofialogía Neo-Ontofísica se siente continuador. He aquí unas cuantas frases de su su libro “Sobre el infinito universo y los mundos” (1584) que definen con la profundidad y al mismo tiempo sencillez de cómo debe entenderse lo infinito y que 400 años después, las ideas expuestas líneas arriba, no se apartan ni un ápice de lo que él pensaba sobre el esquivo infinito:

 

  “Es, pues, el universo uno, infinito, inmóvil… Este uno es infinito y no puede moverse, porque no tiene lugar alguno adonde dirigirse. No nace ni se corrompe, porque no hay, fuera de él, nada de lo cual pueda hacerse o en lo cual pueda resolverse. No disminuye ni aumenta, porque nada se le puede quitar o añadir al que es infinito…”.

 

  Expresiones tan claras, tan concisas que no pueden superarse. Sólo asumirse como ciertas y sobre ellas, construir todo nuestro pensar y razonar como lo ha hecho esta sofialogía Neo-Ontofísica. Pero por lo visto, la cerrazón de algunos llamados eruditos, es tanta que ni en su tiempo ni ahora, están capacitados para entenderlo. En el Libro III, en la anotación nº 96 de esta misma obra, dedico un recordatorio a Giordano Bruno en su cuatrocientos aniversario de su ejecución en la hoguera, por hablar sobre el “infinito universo y los mundos”.

 

  Hay muchas teorías sobre las teorías, valga la expresión. Unos y otros, cada uno en su posición inamovible, exponen razonamientos; los unos para confirmar la exactitud y certeza de una teoría y los otros para echar abajo la posibilidad de que haya alguna teoría con, aunque sea, unos cuantos gramos de verdad. En este desbarajuste de los que se consideran élites del pensar humano, habrá que plantarse a lo Descartes y plantearse, iba a decir objetivamente, pero como está este término, igual que otros de parecida estirpe, tan hiper-utilizado, me voy a permitir decir con una cierta madurez mental que los conocimientos que la humanidad entera como tal ha ido acumulando, contemplada esta humanidad lejos de las perspectivas subjetivas o, mejor, antropocéntricas propias, lo son en un devenir integrado dentro de la materia sin más privilegios que el que nos da ver y juzgar el entorno desde la atalaya de nuestros sentidos y el disponer de una memoria acumulativa que completa esa perspectiva con las experiencias de los que nos precedieron. Visto lo anterior, pienso que estamos en condiciones, mejor ahora que cuando la mentalidad pragmática de Descartes quiso encontrar un norma definitiva para poder diferenciar la verdad del error, porque hemos dado el gran salto científico-sofialógico de conocer un poco mejor la materia. Esa misma materia -no hay otra- que siempre ha estado en nosotros, en nuestro entorno y en las criaturas surgidas de nuestras fantasías que nos han gobernado, salvado, perdonado, prometido cielos e infiernos, fruto de la inexperiencia de nuestros primeros años de “infancia evolutiva”.

 

  De acuerdo con los puntos de vista anteriores, pienso que la Neo-Ontofísica explica bajo unos mismo principios la formación, que no creación, del universo y, aun así, “formación” sólo desde una perspectiva humana, de la que nos cuesta mucho emanciparnos. Mejor, pues, quedarnos con un comportamiento o devenir de las “formas” que se nos presentan como si fueran individualidades absolutas, lo que no pasa de simples aspectos relativistas que es tal como desde siempre llegan al cerebro a través de nuestros sentidos. Devenir es, por ejemplo, el existir y ser de los planetas, el de las plantas, el de los animales, el de los seres humanos, el de los átomos, etcétera. En resumen, todo lo que nosotros ubicamos dentro de los tres “mundos” llamados: macrocosmos, mesocosmos y microcosmos y que para la Sofialogía Ontofíca, es uno solo; por lo que esta Sofialogía Neo-Ontofísica debería ser considerada como más acertada que las teorías que le han precedido, no por ser quien es ni por su autor, sino porque, hasta hoy, las teorías que existen y son ortodoxia oficial, han intentado la unificación de criterios; pero se han quedado con explicaciones parciales que entraban y entran en contradicción con las otras partes, simplemente por las consideraciones anteriores sobre su posición en el propio devenir histórico de lo que llamamos ciencia en general.

 

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Principio 1

 

“Somos sujetos relativos que explicamos la realidad a imagen y medida de esta misma relatividad”.

 

Desarrollo

 

Todo el saber humano parte de una concepción subjetiva en la que nuestros logros sofialógico-científicos participan de una virtualidad relativa que sitúa al ser humano en un eje-sistemal-subjetivo, de tal modo que todo lo que supera en más su dimensión física, lo define como grande, muy grande, hiper-grande y macro-cósmico y, a su vez, todo lo que no llega a su tamaño, lo cataloga como pequeño, muy pequeño, micro-pequeño y micro-cósmico.

 

Este principio ha sido fundamental para controlar la racionalidad de esta nueva sofialogía Neo-Ontofísica con el que me ha permitido estudiar toda la fenomenología que percibimos en movimiento alrededor de ese eje-sistemal-subjetivo que señalaba en el párrafo anterior, como si estuviera  alejado de esa fenomenología; de tal modo, que me ha permitido alcanzar una perspectiva más objetiva y por ende, capaz de entender que los comportamientos diferenciados de las cosas, sólo son percepciones subjetivas e individualizantes. Aunque objetivamente hablando y desde ese principio relativista que introducía, no existen individualidades substanciales porque todo se puede incluir en una sola y única dinámica: la del devenir unificado de toda la materia. Es por esto que la Teoría Neo-Ontofísica nunca ha caído en catastrofismos y caos para explicar dichas percepciones fenomenológicas que decía; al contrario de como lo está interpretando la ciencia ortodoxa de hoy (y todavía más, claro, como lo fue en el ayer), a falta de la nueva visión más objetiva que ha alcanzado esta nueva sofialogía. En resumen, que no han aplicado los cosmólogos, físicos teóricos y demás, ese relativismo conceptual del que tanto y tanto se ha escrito como base, sobre todo, de una ya desfasada Teoría Relativista de la que no han aprovechado su principio elemental y simple, tal como lo introdujo Galileo Galilei. Esa Teoría Relativista a la que me refiero y que seguro que conoce el lector, tergiversó el principio natural relativista, lo institucionalizó y teorizó de tal modo, que entenderlo se presentó como un reto del que nadie acababa de explicar en qué consistía; pero al que todos se adherían sin rechistar, tal cual Cervantes ya ridiculizó esa conducta humana en la muy satírica e ingeniosa obra, el “Retablo de las Maravillas”. 

 

La ciencia actual ortodoxa, por no aplicar este Principio 1, ha basado el origen del Universo en subjetividades heredadas en las que en todas, sea el grado histórico que sea, se asumió el concepto “creación”, principalmente en la parte del mundo a la que pertenezco de, digamos, raíz “judeo-cristiana”. Herencia de la que aún se hace eco la actual ciencia ortodoxa citada al principio. El geocentrismo de Ptolomeo (100–170 d. C.) impuso la idea de “absolutidades” en todas sus dimensiones, sin la menor sospecha de que ese mundo que tenían delante, fuera sólo apariencia relativa al servicio de un “ego” también absoluto. Si bien la Tierra no se considera ya el centro del universo, sí, en cambio, las mayorías científicas de hoy enganchadas a ese viejo concepto en el que ahora, el centro de todo no es nuestro planeta sino el sujeto humano, que continúa pensando que las dimensiones de lo que es, son únicas y absolutas, habiendo dado lugar a un “antropocentrismo” absurdo. Según esta consideración y sólo a partir de esta posición subjetiva total, es cuando podría entenderse la existencia de una gran explosión a lo “Big-Bang” o similar.

 

En cambio, aplicando al completo este citado “Principio 1”, me ha permitido considerar toda esa fenomenología que percibimos desde ese eje-sistemal-subjetivo que explicaba más arriba, no como algo absoluto y de dimensión única, sino relativizado; de tal modo que, se acepta sin ninguna duda que la dimensión de nuestro universo tan enorme para nosotros, para otra perspectiva de otros seres de distinto “eje-sistemal”, podría tratarse de un micro-universo y en este caso, ¿dónde quedaría todo el montaje de la “gran explosión”? De ahí que, para poder entender por igual toda esta Sofialogía, no debemos perder de vista este Principio 1. Imprescindible para adaptar nuestras experiencias a nuestro inevitable relativismo.

 

Conclusión.

 

Estamos perdidos en un mar de incógnitas trascendentales; pero como misión del ahora sofiálogo y lo mismo del antiguo filósofo, fue y es intentar explicar la materia. En la antigua filosofía, lo intentaron sin recurrir al fantástico argumento de los dioses y ahora…, más o menos, lo mismo: Explicar la materia, prescindiendo de tanta fantasía mítica de la que, no niego que da colorido a la vida social de las mayorías, que perviven  todavía en una “edad cuasi-infantil”; pero que no debe de ser obstáculo para que algunos cerebros que la propia especie animal va generando, aporten explicaciones a esta misma especie humana para el aumento de la madurez y racionalidad general. Reflexión ésta que atempera la ilusión de mis propios esfuerzos por ofrecer a todos, estos nuevos conocimientos de la Neo-Ontofísica y me resigno por lo que sé del devenir del conocimiento y sus dificultades; siempre que lo que se ofrece se presente como nuevo y revolucionario. Todo cambio brusco da temor y de ahí el rechazo general.

 

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  Principio 2

 

  El “Inmovimiento” y el “Movimiento” son aspectos substancialmente complementarios de una idoneidad propia de la materia.

 

  Nota.- La palabra idoneidad fue definida en el Libro I, Preámbulo 3º.

El autor utiliza indistintamente, “Materia”, “Existencia”, “Totalidad”, “Lo que es”, “Todo”…, porque para esta Sofialogía, son sinónimos, como he escrito antes, de “un todo uni-substancial en una indefinible infinitud”.

 

  Desarrollo

 

  De este principio se deduce, que el resto de Principios Neo-Ontofísicos siguientes, se refieren a la parte substancial definida como “contenido sin continente” y que en este Principio 2 se expresa, simplemente, como “movimiento”. El “inmovimiento”, por su propia substancialidad, no tiene más interés para esta Neo-Ontofísica, que su consustancial participación como parte constitutiva de un ineludible todo. Un todo uni-substancial” sin ninguna clase de limitación a lo humano de espacio y tiempo o algo por el estilo.

 

  Una breve y clara puntualización, suficiente para que no dé pie a falsas interpretaciones dejando margen a la posibilidad metafísica de que pueda deducirse la existencia de alguna otra substancia.

 

  En  cuanto a “Inmovimiento”, por lo que toca a este desarrollo de la Teoría, decir que se trata de una nueva palabra, que he necesitado crear, para denominar el “no-movimiento”. La razón de este atropello gramatical para los puristas del idioma, es que, como tiene el ser humano tan asumido la idea relativista de movimiento, ni siquiera ha necesitado crear una para expresar el “no-movimiento” como un todo. Lo más cercano a “inmovimiento” es la palabra reposo; pero no tiene nada que ver con el concepto sofialógico de este “no-movimiento-absoluto”, que entroncaría más bien con el del filósofo griego Parménides del siglo 6 a. C., para el que “el ser”, como  “totalidad absoluta”, era inmóvil. Siglos después, este término se aplicó al Dios de otras tantas religiones que lo definían como “el primer motor inmóvil”.

 

  Está claro que la misma intuición que indujo a Parménides a decir del Ser que era inmóvil, es la misma que dentro de una física evolucionada y sofialógica, nos enfrenta a parecido interrogante, completado con la idea contraria que tenía de las cosas todas en movimiento, el otro filósofo griego llamado Heráclito. Para el primero, el ser en su inevitable infinitud no puede ser nada más que inmóvil y para el segundo, la observación particularizada o relativa del entorno de las cosas, “todo era movimiento”. Como suele pasar, ambos filósofos tenían razón. La diferencia estaba en que habían elucubrado desde perspectivas distintas. Como consecuencia de las reflexiones anteriores, he pensado que hoy se necesita un Principio, como el nº 2, enunciado arriba, que sea capaz de unificar sofialógicamente estas dos perspectivas. De ahí su enunciado aparentemente incomprensible: El “inmovimiento” y el “movimiento” son aspectos substancialmente complementarios de una idoneidad propia de la materia. Entiéndase “materia”, también, como ese todo uni-substancial sin ninguna clase de limitación a lo humano de espacio y tiempo”, que puntualizaba líneas arriba.

 

¡Lo que existe, pues, como un “contenido”, sin continente!

 

  Así que, visto lo referente al “inmovimiento”, se deduce que hay poco que hablar, porque como decía uno: “Lo tomas o lo dejas”. Es un concepto al que se llega por deducción sofialógica ante la incongruencia mayor que sería hablar de una Totalidad que pudiera moverse o desplazarse más allá de su inevitable Totalidad –de acuerdo con la propia semántica de este vocablo–. Ante esta verdad incuestionable, algunos, condicionados por sus creencias, subordinan la “Totalidad” a un ser mítico llamado Dios al que, curiosamente, parece ser que no se le puede aplicar ninguna de las reflexiones y argumentos anteriores. Reflexiones que para el que no esté condicionado por estos mitos que nos acompañan desde la noche de los tiempos y desde los primeros años de nuestra infancia, el supuesto Dios, sería prisionero también de su propia infinitud. Visto lo visto, para la Neo-Ontofísica el concepto que incluye “lo absoluto”, “el ser”, “lo que es” o, más simplemente, “la materia”  se define como una “Totalidad inmóvil”. Expresión a la que he llegado más por eliminación que por comprensión. Resumiendo y dejándonos de florituras cuasi-metafísicas, el término preferido para esta sofialogía Neo-Ontofísica es la “materia”. Y, además, porque va mejor con la etimología de la palabra “ontofísica”, tal como yo he concebido esta “Teoría de Teorías”, la “Neo-Ontofísica”.  

 

  Y como me atrae lo imposible, me he atrevido a expresar de un modo gráfico el poco margen que nos queda para dar una “imagen” de lo que existe, aunque no pase de ser algo surrealista e incluso absurdo. Es por esto que dicha gráfica la he enumerado con el cero; todo un símbolo de lo universal. (Figura 0).

 

  Figura 0

Figura 0 Principio 2b

 

  Dejando de lado el oscuro tema del “Inmovimiento”, nos dedicaremos al segundo concepto del Principio 2: “El movimiento”. El movimiento referido al citado “contenido sin continente” de la frase destacada antes. Contenido que se refiere obviamente al conjunto de las cosas en general, entre las que nos encontramos y contamos nosotros los humanos. Conviene no olvidarlo. Se trataría de un movimiento “interno” por el hecho de que todo lo que se mueve pertenece substancialmente a ese “contenido” o, con otras palabras, al “interior” de esa “Totalidad”. Dejando claro que en esta área, el “inmovimiento” de cualquier clase, no tiene cabida. Por mucho que en nuestra ciencia se asuma que hay movimientos ceros o reposos, siguen estando en movimiento y es la tarea de esta sofialogía enseñar que la materia, como tal, es en movimiento. Sólo lo absoluto está en “inmovimiento”  porque, como absoluto que es, no puede salirse de su propia absolutidad, repito e insisto.

 

  Conclusión: El “Inmovimiento” es una cualidad absoluta de “lo que es” como “Totalidad”; así como el “Movimiento” es otra cualidad ineludible de la materia que “ocupa ese contenido” que carece de continente o límite, insisto. Contenido que es el que en realidad nos interesa; porque formamos parte de él y al que la ciencia del pensar puede, aun con no pocas dificultades, acceder.

 

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  Principio 3

 

  No ha habido “inicio-creacional-temporal” de “lo que es” (léase, materia o substancia) y, sin ese inicio, tampoco puede haber final”.

 

  Desarrollo

 

  Aplicando este principio, eliminamos un montón de viejas y no tan viejas elucubraciones sobre diversas e ingeniosas teorías para no aceptar algo tan simple como que la materia no es longeva, que no necesita calendario y que “no cumple años”.

 

  La Sofialogía Neo-Ontofísica, prescinde del parámetro “Tiempo” por no ser más que una adaptación casera surgida de nuestro existir relativo en un planeta muy concreto que llamamos Tierra. Planeta del que hemos tomado todos sus parámetros. En el caso del parámetro tiempo, por mucha sofisticación que le echen, no pasa de ser la manera de contar los pasos traslacionales y rotacionales de este nuestro planeta bajo la forma de “años” y “días” respectivamente. ¡Durante muchos y muchos miles de años, el “sapiens” no tuvo calendario ni medida de tiempo y, también, envejecían!

 

  Un parámetro tiempo que, como algo material y concreto que se supone que es, debería tener una ubicación física determinada en algún lugar, ¿no creen? Y, hasta ahora, nadie ha sido capaz de situar ese parámetro tiempo universal tan utilizado en varias teorías de pro, en alguna parte de ese infinito universo; y no será por falta de sitio en donde alojarse… ¡Este parámetro es tan metafísico como la “res cogitans” cartesiana!

 

  Necesitar un comienzo físico-temporal de lo que existe, insisto, en un “todo atemporal”, está fuera de lugar porque lo que es(la materia), es en el “sin-tiempo". ¿Cómo “la materia” puede decidir en un "sin-tiempo", el momento de comenzar ese mismo “algo” uni-substancial que es la materia? O ¿Cómo ese mismo “algo” puede necesitar para ser, estar limitado por algo que no es él mismo? Lo que los humanos llaman tiempo es, simplemente, el recorrido de una “individualidad-subjetiva” (en nuestro caso concreto, un humanoide) en su devenir progresional dentro de un presente continuo inmutable y eterno, como un río que continuamente fluye; pero que al mismo tiempo se mantiene, como tal, invariable. La idea, pues, del pasado y futuro son abstracciones puramente humanas que no tienen cabida en un ser que es todo presente. Se ha utilizado nuestro artesanal modo de medir el tiempo, cuyo origen y destino es solamente terrestre, insisto, para computar nada más y nada menos un “todo atemporal”. -¡Una subjetivación mayúscula, más!-. Visto así ¿no resulta absurdo esta forma de razonar humana, que se ha creído y se piensa ser el centro de toda una “creación”?

 

  Lo que existe, sólo es expresión de su propia idiosincrasia substancial o manera de ser, como más adelante explicará más ampliamente la Neo-Ontofísica. Concepto éste que sólo puede entenderse desde una perspectiva universal y absoluta y, por ende, más sofialógica que científica. La gráfica siguiente (figura 1) ilustra la imagen del infinito y la imposibilidad de poder poner algún límite a algo “ilimitado” por los símbolos de infinito (). ¿Dónde poner el “día primero” de su supuesto  origen a partir del cual, se comience a utilizar un “calendario”? Te pido que intentes poner “día uno, del año uno”, etc…, en esta línea de tiempo ilimitada que representa la figura citada.

 

  Figura 1

 

En una supuesta línea infinita de tiempo no segmentada, resultaría imposible situar una fecha como principio u origen de algo.

 

  Definitivamente, pues, puedo concluir afirmando que, “lo que es”, ni era ni fue o, lo que es lo mismo, que existe en “UN PRESENTE CONTINUO”. Otro caso es, claro, la apariencia cambiante de las formas. Aquí estamos hablando de la materia como substancia absoluta. Forzando el léxico, se trata de un “Todo” absoluto, frente a si mismo en el "sin-tiempo". Todo esto demasiado complicado y revolucionario para la ortodoxia oficial; pero confío en las nuevas generaciones que se adentren por los vericuetos de la Neo-Ontofísica; si la estudian, entenderán esta nueva forma de explicar la materia con conceptos nuevos y bajo una teoría unificada del comportamiento de esta misma materia. Por ello entiendo que la visión anterior que define el Principio 3, suene disparatada a cualquier persona que, libre de ningún innato escepticismo, se aferre a lo que fue su educación general dentro de las lógicas ortodoxias; pero, si despiertan estas explicaciones aunque sea unos gramos de duda en su psiquis y, además, se desprende de algunos conceptos que no sean respaldados por una reflexión razonada y vuelve a leer otra vez lo anterior, quizás descubra que más que disparate, se trata de una ventana por donde entra un poco de aire fresco y renovador. Un viento heterodoxo necesario,  en suma, sin en el que ni siquiera la ortodoxia oficial de hoy existiría; porque en el devenir natural del conocimiento humano, lo que antes fue la heterodoxia de unas minorías, después se consolidó como ortodoxia para las mayorías.

 

Conclusión.- Lo que existe es un “todo atemporal”. La prueba a favor de esta nueva aseveración está en si misma; puesto que nuestra parcial, limitada y localista lógica humana lo rechaza por incomprensible. Incomprensible para cualquier cerebro que no sea capaz de asumir el Principio 1 inicial de estos “Principios Ontofísicos” que estoy enunciando y desarrollando. Y si bien, no hay capacidad intelectiva suficiente por parte humana, para comprender la existencia de un “todo” que sólo tuviera contenido y que careciera de continente o límite, he de recordar que nuestro cerebro es fruto de un medio en el que ha evolucionado a imagen y semejanza de, precisamente, este medio. Un medio que presenta el límite y la forma como denominador común. Un límite, obviamente, relativo o mejor dicho, formal, lo que inevitablemente limita grandemente nuestro intelecto para entender algo que tiene contenido pero no continente.

 

  Me permito una auto-cita de mi libro “Aforismos y Pensamientos” el nº 1036 de la segunda edición, que tiene que ver con este Principio 3 y con lo que dan de sí los pensamientos, cuando siguen la sencilla regla de “si reflexionas sobre tus propias reflexiones y no las dejas, al final el sentido común lo tendrás rondando a tu lado”.

 

  Una paradoja absurda es que sin la existencia de una “Nada”, no podría haber ni haber habido creación. En consecuencia, como no puede existir lo que por su propia idiosincrasia no existe (¡sino ya no sería “nada”!), se concluye que no hubo creación. Creación absoluta, se entiende.

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  Principio 4

 

  Una expansión absoluta de la materia en su “Totalidad”, es “racionalmente” imposible; lo que elimina la necesidad de un espacio que la contenga.

 

  Desarrollo

 

  Con la aplicación de este principio, eliminamos la necesidad de un espacio para expandirse. ¿Qué se entiende por espacio? Lo que oficialmente se entiende por este concepto y así se enseña en las escuelas es que se trata de una parte superficial de este mismo planeta (o de otros, claro) sobre el que sustentamos todo y por extensión también se ha llamado espacio a lo que sustenta esos puntitos luminosos que según la lógica anterior muy rudimentaria, necesitaban, también “algo” que las aguantara “allá arriba”. Una de las varias definiciones que me da el diccionario es la siguiente: “Medio físico en el que se sitúan los cuerpos y los movimientos, y que suele caracterizarse como homogéneo, continuo, tridimensional e ilimitado”.

 

  En consecuencia, no hay un espacio ni lleno ni vacío y no es una propiedad de la materia como dicen algunos físicos.  La materia como tal es. Y, sólo a nivel casero, admite todo eso de la matemática euclidiana y otras matemáticas.

 

  De este Principio 4, pues, se deduce que tampoco puede haber un “espacio-soporte” que sustente o contenga  “lo que es”, que por su natural idoneidad, es substancialmente indivisible en su total o absoluta infinitud; por consiguiente es racionalmente imposible una expansión absoluta de “lo que existe” en una inimaginable infinitud. ¿Qué puede ir más allá de un infinito, infinito? Y si nada puede expandirse ¿para qué demonios se necesita un espacio? Por consiguiente, lo que es, existe en un "sin-espacio" o en un “sin-límite”, la forma más apropiada de expresarlo, forzando, por supuesto, el léxico. ¡Todo es todo! Éste se ocupa así mismo, constituyendo un todo substancial absoluto, uno e indeterminado. ¿Cómo, pues, podría expandirse todo más allá de este mismo todo? Visto todo este acopio de palabras compuestas para intentar disponer de un vocabulario adecuado que exprese mejor todo este complicado razonar, es evidente que nuestro lenguaje y las ideas que representan, resultan incapaces de expresar con mayor propiedad lo que la razón intuye y que es incapaz de comprender plenamente. Es el gran muro que decía arriba y que nos cierra el paso. ¡Pero sí que podemos saber lo que no es! Y no es, un todo limitado en el espacio y tampoco, en el tiempo como explicamos en el anterior Principio y que mi particular razonar, rechaza.

 

No puede ser “un todo absoluto” y al mismo tiempo estar limitado, porque ya no sería todo, sino parte.

 

  Volvamos de nuevo a la figura nº 1 del Principio 3 anterior y hagámonos la misma reflexión que hicimos con el parámetro tiempo; pero ahora aplicada a este otro parámetro, el del “espacio” que, sin duda, necesitaría la materia si no se cumpliera este Principio 4. La línea de la figura 1 representa la materia sin límites. Así que  ¿dónde pondrías el límite físico de esta “infinita finca”?

 

  Más razonamientos sobre lo mismo. Se podría afirmar, pues, que todo se mueve sin moverse. La célula se mueve dentro del sistema humano. El humano dentro del sistema tierra. La Tierra dentro del sistema sol. El sol dentro de su sistema inmediato superior. Al final de este encadenamiento de conclusiones, llego a la solución de que “todo está, donde está”. Con otras palabras, que no hay sitio ni lugar a donde ir fuera de donde se está. Este razonamiento final y, al mismo tiempo tan simple, apoya uno de los principios fundamentales de esta sofialogía Neo-Ontofísica: “Lo que es”, es en el “sin-espacio” y, también, en el “sin-tiempo”, como vimos más arriba, y pone en aprieto a los que aun siguen explicando el universo como algo parcial que necesita un espacio donde ser y expandirse.

 

  ¡Tanto recorrido del conocimiento humano, para llegar de nuevo a los primeros manifiestos de transcendentalidad de nuestros, también, primeros e históricos filósofos antiguos: En este caso, Parménides y su no-movimiento.

 

  Y para completar aun más todo lo anterior, esta última reflexión: Si la numeración es infinita ¿por qué no va a serlo, igualmente, la materia? Al fin y al cabo, los números son reflejo y función de lo que existe, la materia.

 

∞ ... -7, -6, -5, -4, -3, -2, -1, 0, +1, +2, +3, +4, +5, +7... ∞

 

  Definitivamente, pues, puedo concluir afirmando que, “lo que es”, existe, como ya he enunciado varias veces, en un “contenido sin continente” o lo que es lo mismo, sin ningún límite o espacio que lo contenga. Se trata de un “Todo” absoluto frente a si mismo en el "sin-espacio".

 

  Nota.- Del estudio y análisis de la “parte mecánica de la expansión del universo”, originada a partir de unas apreciaciones erróneas de Hubble, mal interpretando la fenomenología de lo percibido por su espectrógrafo, confundiendo “expansión”, por ”circulación”, se encarga el Libro III, “Diario de un Heterodoxo” de esta misma obra, en sus varias anotaciones (capítulos) como son los correspondientes a los números, 40, 73 y 119. En cambio, los “Principios Sofialógicos” presentados en esta parte de la obra, sólo se basan en razonamientos surgidos de la capacidad que tienen algunos cerebros en fijarse, observar e interpretar los comportamientos de la materia cercana. Materia cercana que es tan materia o más que las que están perdidas por el universo infinito, a las que, paradójicamente los físicos teóricos y sus instrumentos de “ultimísima generación”, como se dice, tienen gran afición.

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  Principio 5

 

  A “lo que es”, por su propia idiosincrasia infinita, no le queda más remedio que ser “determinista”. Lo contrario, supondría una indefinición absurda y “suicida”.

 

  Desarrollo

 

  El caos, la imprevisión, el desorden, sólo son apreciaciones subjetivas nuestras, incapaces hasta ahora de observar todo bajo el prisma del relativismo objetivo enunciado en el “Principio 1” de este apartado. La sofialogía Neo-Ontofísica estudia y analiza los hechos fenomenológicos -que son a los únicos que puede acceder un ser humano-, no desde la perspectiva subjetiva humana, cuyos condicionantes evolutivos le hacen particularizar universales y universalizar particulares, sino desde una perspectiva universal objetiva que lo impregna todo y que la sofialogía experimental Neo-Ontofísica ha sabido “leer” e interpretar a partir de esa única información fenomenológica que decía antes. Y desde este privilegiado modo de elucubrar, la visión de las cosas no se nos presenta adornada de “libres albedríos”, sino de marcados devenires en constante y uniforme movimiento, tan determinado como los raíles de un tren o la corriente de un río. Lo que sucede es que, cuando el ser humano desconoce los comportamientos por las que interactúan las cosas, las caotiza y recurre a cataclismos, explosiones originales e, incluso, extrañas “implosiones”, para justificar de uno u otro modo, un “divino organizador”, sin darse cuenta de que ese impulso instintivo de asignar todo eso a algo ajeno a él, lo tiene delante de sus narices, en la propia materia de la que ahora, para fortuna de esta sofialogía, se conoce mucho más y mejor una parte de su propia substancialidad, con la que está formando parte y arte, como se diría, el mismísimo ser humano.

 

  No niego que desde un subjetivismo al uso, nos es imposible predecir qué bola saldrá en un bombo de lotería; pero fuera de este subjetivismo limitador que nos impide calcular y controlar la enorme cantidad de derivadas que se necesitarían para deducir su comportamiento cierto, sí que sería posible predecirlo. Como desconocemos esas leyes de relación o somos físicamente limitados para su control, definimos esta situación o similares como aleatorias o fortuitas; pero estoy seguro que siempre que las bolas estén situadas del mismo modo y en idénticas circunstancias saldrá, del citado bombo, la misma bola; por lo tanto, objetivamente hablando, nada es impredecible. La incapacidad de conocer el comportamiento de unos hechos, está en el ser humano; pero lo mismo que el ciego desconoce la existencia de la luz y, sin embargo, ésta existe, de igual modo, esa incapacidad nuestra por predecir cómo sucederán los hechos, no nos tiene que hacer negar la existencia de un orden determinista que es consubstancial con la propia naturaleza de la materia y, también, de la “materia humana” que se nos manifiesta como una corriente o, mejor, como un todo progresional matemático. Y si es matemático, es imposible que sea un devenir indeterminado.

 

  ¿Y el “libre albedrío”? Se preguntará alguno, desencantado ante la afirmación determinista tan categórica de este Principio 5. Le responderé con unos aforismos de mi libro “Aforismos y Pensamientos” con los que podrá reflexionar de un modo más personal y cercano, ante la ineludible realidad Neo-Ontofísica que nos plantea esta nueva y madurada forma de pensar:

30

 El “libre albedrío humano”, no es más que el que tendría un viajero dentro de un tren que no se detuviera nunca.

 

507

Por muy y mucho libre albedrío que te creas poseer y disfrutar, no te engañes; porque, cuando llegues al final de tu vida, no te habrás apartado ni una letra de tu propio guión.

 

Consecuente con todo lo anterior, quiero concluir con la siguiente expresión exclamativa:

 

  ¡Sólo nos queda la prerrogativa de fantasear sobre lo que pudo haber sido y no fue! No estamos absolutamente solos. Lo que existe es un constante fluir o acontecer de sucesos y unos y otros se conducen, lo mismo que las gotas de agua que devienen por el cauce de un río. ¡La gran progresión!

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  Principio 6

 

  El ser humano no es centro universal de nada. A lo sumo, únicamente de sí mismo.

 

  Desarrollo

 

  A este Principio sofialógico nº 6, lo llamo simbólicamente la “Segunda revolución copernicana”, por aquello de que la primera –la de Copérnico–, acabó con el “Geocentrismo humano-terrestre” y en esta segunda que preconiza el Principio 6 de la Neo-Ontofísica, pretende acabar con el “ántropo-centrismo” nuestro, que nos hace creer que somos el centro de todo el universo. El creerse centro se debe a una “herencia” que es inherente, supongo, a toda individualidad auto-reflexiva -una forma como otra de referirme al ser humano o similar-. Una herencia que le hace considerarse sujeto activo, en lugar de sujeto pasivo que es lo que realmente le toca; porque son los sentidos los que  ofrecen el conocimiento de las cosas que aparecen en torno a él y en el que estas individualidades auto-reflexivas ocupan su propio centro. Un centro virtual, se entiende. Así que es fácil, y lo ha sido para el ser humano llegar a creerse centro, dueño y señor del universo inmenso; porque, en apariencia o, como a veces digo, virtualmente, todo giraba y gira en torno a ese “Ántropo-centrismo”.

 

  Para que el conocimiento avance, debemos situar las cosas en sus correspondientes coordenadas: El humano en la Tierra; la Tierra en el Sol; el Sol en la Galaxia; la Galaxia en otra Súper-galaxia y así todo, en un “todo incluyente”. La Tierra hace ya tiempo que dejó de ser considerada como el centro del universo, según apuntaba antes. A su vez, y gracias a los avances astronómicos, incluso el Sol, nuestro Astro Rey, dejó de reinar; así que ahora la Neo-Ontofísica pretende destronar, como he apuntado antes, al ser humano de su pedestal “sujeto-céntrico”, para que el “pensamiento objetivo” se imponga en el nuevo razonar de esta sofialogía Neo-Ontofísica y con ello, acceder a una visión de más amplia perspectiva física.

   

  El pensamiento objetivo, para esta sofialogía Neo-Ontofísica, es la capacidad del cerebro humano de reconocer y admitir que esta capacidad de pensar, es fruto de una relación física del cerebro con lo que le rodea, mediante los únicos medios de información de este órgano, que son los sentidos. Una persona que naciera sin sentidos, su cerebro sería una “tabula rasa” aristoteliana para toda su vida. En él, no aparecerían ni ideas apriorísticas de ningún tipo, incluidas las divinas ni, más sensaciones que un silencioso vacío del que, evidentemente, este cerebro no sería capaz de darse cuenta. Los que no aceptan esto, es porque se olvidan del millón largo de años de aprendizaje y evolución que el cerebro necesitó para obtener su licenciatura de “homo sapiens”. Auto-título este de “homo sapiens”, por cierto, que no me gusta nada y que no comparto, precisamente porque el título de “sapiens” (sabio) se lo ha impuesto él mismo. Por esto, lo del citado “auto-título” anterior. Titulación que sólo puede surgir de cerebros que aun no han superado la “Segunda revolución copernicana” que citaba más arriba. De uno u otro modo, se siguen creyendo la mayoría de humanos centro de todo el cosmos, influidos por esa mitología religiosa que para sentirse justificada, necesitó crear una dependencia con un Dios, creador de la misma Tierra y, también del ser humano y, por supuesto, del resto del universo. ¡Todo al servicio del Hombre, faltaría más!

 

  Un pensamiento objetivo, decía en el punto anterior, que se supone abierto a una “realidad objetiva”, que no es otra cosa que todo aquello que impresiona nuestro cerebro en forma de sensaciones, aceptando estas fenoménicas expresiones que “alimentan” nuestro cerebro a través de los sentidos, con la variedad y diversidad de cosas, sentimientos e individualidades en general, como la única materia prima de relación, comunicación y raciocinio que tiene el ser humano. Y que es, en fin, a lo único a lo que podemos llamar “realidad objetiva”. Fundamentalmente se podría decir que, toda la sofialogía Neo-Ontofísica es un intento de explicar estos dos principios: pensamiento y realidad objetiva, aprovechándose esta sofialogía de los abundantes conocimientos que se han logrado sobre la, hasta hoy, vilipendiada materia.

 

  Los mitos, las religiones, las filosofías, las ciencias de todos los tiempos hasta hoy y, sin duda, hasta mañana, tienen, y seguirán teniendo, el mismo origen común. Todo son interpretaciones de la fenomenología de la materia que impresiona los órganos sensores -léase sentidos- de los individuos. Interpretaciones condicionadas por el sujeto interpretador. Y el sujeto interpretador condicionado, a su vez, por las experiencias aprehendidas de experiencias anteriores, cubriendo mientras esos vacíos extraños con fantásticas explicaciones, propias de una edad infantil. Una edad infantil por la que la humanidad, vista como un solo individuo, también pasó o está pasando. Lo absurdo y paradójico de nuestro modo de razonar está en que nos hemos empeñado, desde siempre, en mantener las fantasías de infancia y post-infancia, como realidades de mayores. La misión de la sofialogía, pues, es adaptar el pensamiento y la razón a la edad presente de cada momento evolutivo de nuestra especie que le toca vivir. Lo que no supone hacer “tabula rasa” de todo, sino mantenerlo únicamente como un bagaje cultural y nada más, eliminando todo residuo dogmático que pueda quedar; porque el mito esclaviza y ata la mente y el conocimiento, por contra, libera la capacidad de razonar.

 

  El concepto de “tabula rasa” citado en este apartado para explicar el Principio 6, es solamente referencial y sin pretender dejar de lado algunas teorías neurocientíficas que nos informan de un cierto innatismo y que suele desarrollarse en individuos humanos recién nacidos, como si fueran una clase de “herencias filogenéticas” con las que un niño fuera capaz de llegar a algún tipo de “razón”, sin la aportación de la información directa de los sentidos, es de dudosa realidad. Otra cosa son las potenciales predisposiciones biogenéticas que el cerebro, frutos de cientos de miles de años de proceso formativo, venga con un bagaje de “conocimientos” que facilitaran la “racionalidad” del humano pensante. Con lo de “tabula rasa” simplemente quería dejar sentado, que el “cogito ergo sum” (pienso, luego existo) cartesiano no depende de una substancia inmaterial innata, sino que se construye a partir de un cerebro virgen o en blanco, aunque, por supuesto, venga con una serie de complementos orgánicos, biológicos y biogenéticos que lo facilitan; pero insisto, sin sentidos, no habrá pensamientos. El “pienso luego existo”, se debe cambiar por el “existo, luego pienso”. Mucho más acorde con nuestros tiempos del sigo 21. Aun así, sea con ideas innatas o no innatas, se sigue cumpliendo este principio 6 de que:

 

“El ser humano no es centro universal de nada. A lo sumo, únicamente de sí mismo”, siendo penosa y repetitivamente cual otro Prometeo encadenado, llevado a unos 107.000 kilómetros por hora alrededor de un Sol que, si hubiera que darle un dios al humano, éste sería su Zeus.

 

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  Principio 7

 

  Lo que existe” se nos manifiesta bajo una unitaria constitución general denominada por la sofialogía Neo-Ontofísica, “Unidad-sistemal”.

 

  Unidad-sistemal: Definición.

 

  Unidad-sistemal es la síntesis gravitacional que comprende, un “eje-núcleo” en torno al que hay una cantidad relativa de materia “periplasmal” que sintetiza lo que los humanos entendemos por unidad relativa o individualidad; una definición formal de algo que, por esencia y substancia, es absolutamente indivisible.

 

  Esta “manifestación unitaria” llamada Unidad-sistemal de este Principio 7, no es nada metafísico o similar, sino que, aparte de una “síntesis gravitacional” de la definición anterior, es una real unidad de materia elemental que forma un todo relativo y constitutivo esencial por el que, ésta (la materia) se conforma en estructuras progresionales en las que se sustentan las infinitas diversidades combinatorias existenciales, con las que se idoeniza el ser y existir de todo. De ahí que la característica más identificativa de una Unidad-sistemal es que tiene eje sistemal o “espina dorsal”, un centro nuclear y una substancia unificadora y formadora llamada materia periplasmal, como veremos más adelante.

 

  La función concreta de la unidad-sistemal es que se trata de una unidad elemental que estructura la materia en individualidades progresionales interconectadas de tal modo que, con una sola “expresión unitaria”, explica de un modo general esas diferentes gradaciones escalares con las que se organiza y se manifiesta la citada materia. Unidades elementales que existen realmente y que las podemos ver, oír y tocar a una buena parte de ellas, justamente, a aquellas cuyas dimensiones de esas gradaciones escalares relativas que decía antes, se nos acerquen a las dimensiones escalares de nuestro propio ser, como unidad-sistemal que también somos. Esa “expresión unitaria” que decía, lo es a todos los niveles dimensionales; porque, substancialmente, nadie ni nada puede salirse de la unidad: Unidad como individuo. Unidad como sociedad. Unidad como cosmos, etc….

 

  Sólo para facilitar la adaptación de esta nueva y unificadora definición de la materia a nuestro clásico modelos de división de la actual ciencia, podríamos subdividir la “unidad-sistemal”, de acuerdo con lo apuntado en el párrafo anterior, “unidad como individuo, unidad como sociedad, unidad como cosmos, etc… en:

 

  -“Micro unidad-sistemal”, para el mundo de lo micro (partículas elementales y demás).

  -“Meso unidad-sistemal”, para el medio en el que vive el ser humano y su entorno cercano.

  -“Macro unidad-sistemal”, para el mundo del cosmos y su infinito.

 

  Constitución de una Unidad-sistemal    

 

  La figura siguiente nº 2, es un intento de representar de un modo gráfico, dadas las dificultades que presentan estos nuevos conceptos, lo que la Neo-Ontofísica entiende cuando se refiere a una “Unidad-Sistemal”, recién definida. La figura muestra un corte longitudinal vertical de lo que debe verse como un cuerpo esferoidal y en continuo movimiento conveccional interno y rotacional, por decirlo lo más parecido posible a nuestra realidad de entender los hechos.

 

El movimiento rotacional define la individualidad de la unidad-sistemal y éste, que es subproducto del de gravitación (Teoría nº 8), su duración temporal y formal. Sin esta combinación de movimientos, no siempre tan aparentes y sencillos de ver como los observados en el movimiento de los sistemas planetarios, no existiría ninguna unidad-sistemal y por lo tanto, el individuo o la individualidad. No hay que perder de vista estos dos movimientos generadores, a su vez, del movimiento Neo-Ontofísico, llamado por esta sofialogía, “Mecano-Óntico”.

 

  Figura 2

Figura 2 Principio 7

 

  -Una "Unidad-sistemal" presenta partes formalmente diferenciadas –como se ve en la figura 2–, bajo una substancialidad única e indistinta. Estas “partes” son: Eje, Núcleo, Hipo-núcleo (capas 1, 2, 3) y Límite formal (LF). A la citada substancialidad anterior, la Sofialogía denomina Periplasma-sistemal, Materia periplasmal o, simplemente, Periplasma. Palabra tomada de la biología para esta otra “biología de la materia universal” con la que nos referimos a la materia nuclear, dinámica y en movimiento de la que depende y se forma, esta nueva “Unidad sistemal”. Conjunto de conceptos sin los que no podría darse la existencia de “lo que es” o de “todo lo que existe” en su propia idiosincrasia como realidad absoluta. (Principio 2 Neo-Ontofísicos: El “Inmovimiento” y el “Movimiento”).

                                                            

  Analizando Ontofísicamente y sólo “subjetivamente” considerado, una Unidad-sistemal, como acabamos de ver, presenta “partes o divisiones”: Eje, Núcleo, Hipo-núcleo y Límite formal. En el “Eje-núcleo” es en donde se acumula todo el potencial masivo de materia periplásmica que le permitirá ser “individuo” durante un tiempo. El Hipo-núcleo indicar con este prefijo “hipo” la “degradación” que soporta el núcleo sometido, como todo, al Movimiento Mecano-óntico y de cuyo núcleo se forman las “capas envolventes”; en la figura 2, acompañadas con los números 1, 2, 3 y, finalmente, el Límite formal; lo que vendría a ser la “piel” de esta Unidad-Sistemal; la parte más alejada del núcleo y la que sirve de referente y al mismo tiempo definitoria de su individualidad como ente o sujeto, aunque sin perder de vista, insisto, que toda unidad sistemal es en una “interdependencia existencial” en un medio periplásmico-sistemal, circulante conveccionalmente hablando, en torno a su “eje-sistemal”.

 

  (En las anotaciones nº 7 y nº 70, del Libro III, ampliación complementaria de estos nuevos conceptos neo-ontofísicos.)

 

  Así que, insisto, el  “periplasma-sistemal” no es como el campo clásico de la Física (ver definición de campo en el Preámbulo nº 3:, Libro II de esta misma obra), tal como entendemos el concepto campo, que da la idea de algo plano y aislado, sino que existe en torno a un “eje-sistemal” y, por ello, el periplasma se nos manifiesta en forma de onda, digamos una “onda esferoidal” y cuando miren la Figura 3 más adelante, imaginen que son “esferas” en “torbellino” o algo similar; que intento representar del modo mejor posible en la figura 2, para dar una idea lo más aproximada de lo que vendría a ser una “Unidad-sistemal”. Unidad-sistemal que deben imaginar en continuo “movimiento conveccional” o circulante de materia, al mismo tiempo que existe ineludiblemente en el tan repetido por necesario, Movimiento Mecano-Óntico que les da forma como individualidades. Substancialmente considerado todo esto, no es más que la manifestación de su propia idoneidad en “suma” con esa totalidad, con la que al final siempre nos encontramos.

 

Aplicación

             

  Sin la relación substancial de “unidades-sistemales” y “sub-unidades-sistemales” (figura 3), ninguna de estas Unidades-sistemales tendría noticia de su vecina y ni se hubiera podido dar la combinatoria de todo tipo, desde la más elemental hasta las más cercanas, como las mismas relaciones humanas, valga como ejemplo. Relaciones éstas de sub-dependencia que se definen como un nuevo “Principio”, exactamente el nº 10 presentado más adelante, de lo que la figura nº 3 es un anticipo. La química y su combinatoria no es una invención humana. La materia no cambia sus comportamientos porque sea o no descubierta y observada por sus propias individualidades y, por lo tanto, toda clase de mezcla y combinatoria, incluso la química, sucede porque es una idoneidad propia de la materia formar núcleos compactos a partir de un teórico eje-sistemal; pero al mismo tiempo, esos mismos núcleos no son piezas aisladas de un perfectísimo “rompecabezas”, sino que son parte de Unidades-sistemales de otros órdenes intercomunicados y superpuestos de tal modo que las partículas límite de una Unidad-sistemal se entremezclan con otras de otras Unidades-sistemales, figura 3:

 

  Figura 3 (Sólo como una radiografía de lo que intenta representar.)

Figura 3 Seg Edi

  Las ondas esferoidales periplásmicas, modelan, definen y generan las velocidades de las sub-unidades-sistemales de la Unidad-sistemal superior. En la figura nº 3, el caso concreto de la Tierra con relación a su “subunidad-sistemal lunar”.

 

  Según la nueva división anterior, esta sofialogía Neo-Ontofísica cuando estudia la constitución de un planeta, por ejemplo, sabe que éste no termina en su superficie más o menos arrugada, más o menos  caliente o helada, sino que su “periplasma” se entremezcla con el de sus planetas cercanos, interaccionando una serie de influencias y “parentescos” que todos conocemos, aunque nunca han sido asociados como una parte más de la propia constitución substancial de toda Unidad-sistemal; es por esta razón, por la que la Sofialogía (Filosofía + Ciencia), se planteó respuestas transitorias como el citado Éter o el moderno espacio y el más moderno, todavía, espacio-tiempo. No habría mareas, por citar un caso bien conocido por lo cercano, si la Luna no tuviera un “periplasma” de interacción con su “madre” Tierra, como se ve en la figura anterior. No habría interacción social y comunicativa entre individuos humanos, por citar otro ejemplo aun más cercano, si nuestros cuerpos no dispusieran de esta nueva división “periplásmica”; porque, al no tener noticia cada individuo de la existencia de sus semejantes, no se hubieran desarrollado órganos para tener esa citada interacción comunicativa. ¿O es que aun siguen creyendo que la interacción de cuerpos celestes puede darse a distancia sin ninguna mediación física concreta a lo Newton o por medio de abstractas cuasi “metafísicas” curvaturas espacio-temporales y, en parte, también vacíos? ¡Sin periplasma, no sería posible la relación de la materia con ella misma y menos aun, su propia combinatoria!

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  Anexo: El Periplasma-sistemal, origen y desarrollo.

 

  Un poco de historia…

 

  La falsa interpretación del ya lejano en el tiempo, del conocido experimento Michelson-Morley (1887), que no detectó esa especie de substancia que hasta entonces, parece ser que llenaba todo, llamada ´”éter” y objeto de búsqueda del citado experimentó, les condujo a interpretarlo no como un fracaso sino como algo exitoso, tal como expliqué en el nº 16 de  “Génesis de una teoría” del Libro I, Tratado Preliminar. Su ingeniosa máquina de espejos que habían inventado los dos norteamericanos, consistente en que, por simplificarlo al máximo, recibía un rayo de luz en dos direcciones contrarias, una a favor y otra en contra del movimiento de la Tierra, no produjo  ninguna modificación en sus velocidades respectivas que eran lo que esperaban si existía el citado éter. Con ese resultado negativo  concluyeron, de todos modos, que éste (el éter) no existía y que la luz se movía en el vacío. Así, de esta manera tan simplista, a mi juicio y con todos los respetos, se aceptó y se sigue aceptando hoy que el espacio está mayoritariamente vacío y que no hacía falta esa materia casi mítica llamada éter para facilitar la existencia de los cuerpos celestes.

 

  Razonamientos y argumentos a favor del periplasma sistemal.

 

  Primer caso.

 

  Un simpático relato.

 

  Antes de entrar en datos matemáticos que presento más adelante y que también apoyan la existencia de la substancia periplasmal, objeto de nuestro estudio, he aquí razonamientos y argumentos en apoyo de esa existencia de su conjunto, la Unidad-Sistemal, y con ella, la substancia periplasmal citada. He aquí un relato que exige una poco de imaginación; pero que puede ayudar a entender  mejor todo eso de la mecánica Óntica.

 

  Juan y Ana caminan a la par y en paralelo a la misma velocidad. De repente Juan comienza a dar un rodeo a Ana, sin que ésta deje su mismo ritmo de marcha. Es evidente que Juan tiene que aumentar su velocidad de desplazamiento porque al esfuerzo de mantener el seguimiento paralelo con Ana, tiene que añadir el de sostener su movimiento de traslación en torno a ella. Si Juan aumenta su distancia radial de Ana y ésta continúa con la velocidad constante del principio, se deduce que llegará un momento en el que Juan no podrá completar su traslación alrededor de su centro femenino y su recorrido irá alargándose en forma de elipse hasta que se pierda por el camino. Esto mismo sucedería con nuestro satélite respecto de la Tierra, me dije, si su gravitar fuera efecto de una inercia. Fueron estos elementales razonamientos y los que siguen, los que me acabaron de confirmar la necesidad de los periplasmas sistemales, para comprender el movimiento de todos los cuerpos celestes.

 

  Pensé, continuando en mis deducciones, que la Luna, que se mueve alrededor de la Tierra a 3.670 km/h, no solamente tenía esta velocidad de traslación en torno a la Tierra, como el movimiento de Juan alrededor de Ana, sino que, al igual que éste, debía mantener a su vez la velocidad de desplazamiento terrestre de 107.000 km/h aproximados, para estar a su altura. Por lo tanto, si la Luna no formara parte substancial del movimiento traslacional de la Tierra, haría tiempo que la Luna se hubiera quedado por el camino. Y es curioso que, a veces, las grandes teorías surjan de aparentemente insignificantes detalles. Insignificantes digo porque aun los legos en astronomía entienden sin ningún problema, lo que acabo de explicar. De las reflexiones anteriores deduje que, si la Luna seguía sin aparente esfuerzo a la Tierra en ese vertiginoso gravitar alrededor del Sol de 107.000 km/h, al mismo tiempo que, a su vez, iba desplazándose en torno a la Tierra a los 3.670 km/h, citados antes, era por algo más profundo y fundamental que la simple relación de paseantes al igual que Ana y Juan. Tras la deducción anterior, me pregunté: ¿Quién “informa” del recorrido que ha de seguir la Luna para que no se pierda ésta, en ese veloz seguimiento de su “hermano mayor”? ¿No creerá el lector que la inercia tan recurrida para explicar el movimiento tiene capacidad de informar y, sobre todo, decidir el recorrido de un cuerpo en movimiento?

 

  Mi respuesta a las preguntas del párrafo anterior, es evidente que no basta con un simple impulso inercial, tal como explica la astronomía oficial, sino que era y es necesaria una dependencia continuada o un camino marcado, y más, tratándose de movimientos curvos y no rectilíneos. En todo caso, ese supuesto impulso inercial haría que la Luna gravitara en torno de la Tierra; pero haría falta otro impulso inercial distinto para que este satélite no se quedara atrás en el recorrido inseparable con su Tierra a la velocidad de los 107.000 km/h tan repetido. Lo que acabaría en una lucha entre inercias ¿no les parece? La inercia es sólo un concepto que sirve para explicar ciertos aspectos del movimiento casero terrestre; pero que, como muchas veces sucede, no tienen un origen científico real. Dan cuenta sólo del fenómeno y, aunque esto nos sirve a nivel humano, no explica substancialmente las causas; así que, al querer aplicarlo para exponer los fenómenos celestes, se pone en evidencia su superficialidad formal y, por ende, su incoherencia. Por esto, para concluir de un modo sencillo el tema de las relaciones “parentales”  entre Tierra y Luna, lo expresaré con una sentencia a lo chino: Las hojas secas movidas por el viento dejan de hacerlo, cuando deja de soplar ese viento. 

 

  No nos queda más remedio que aceptar que a todo lo anterior, le une una mecánica, la mecánica de periplasmas que enuncia la Neo-Ontofísica; por la que, esos 3.670 km/h de traslación lunar y su forma elipsoide y no completamente circular de su órbita, tiene que estar condicionada, justamente y en este caso concreto, por esos 107.000 km/h de traslación de la Tierra en torno al Sol. Si no existiera ese parentesco, ni siquiera la tan recurrida inercia, explicaría esa intensa relación entre ambos. Una relación tan, tan coordinada que cuando la Tierra en su gravitación está pasando por el punto más alejado del Sol, llamado afelio, su velocidad de rotación disminuye en la misma proporción que lo hace también el de traslación. Así que estos hechos se convierten en una innegable prueba, además, más a favor de una de las teorías más novedosas que se enuncian, (16 en total), en la segunda parte de este mismo Libro II. Exactamente, la Teoría nº 8 según el cual, los movimientos rotacionales de los cuerpos en orbitación son causados por sus respectivos movimientos gravitacionales. Esto mismo, por supuesto, se puede aplicar al conjunto de sistemas de todos los micro y macro-mundos, como veremos en el desarrollo de esta Teoría.

 

  Lo presentado en el párrafo anterior como toda una teoría de mecánica terrestre, la Neo-Ontofísica lo explicaría de la siguiente manera tan sencilla y lógica. Como ayuda visual, ver la figura 3bis. En ella se aprecia cómo La Tierra y la Luna son “arrastrados” por el Periplasma-sistemal del Sol” a la ya conocida por repetida cifra de 107.000 km/h –como el Sistema solar lo es por el Periplasma-sistemal del sistema solar de orden superior al que pertenece; pero esto, ahora, no es el caso–. A su vez, la Tierra tiene su propio “sub-periplasma-sistemal” que al mismo tiempo “arrastra” al satélite lunar en torno del planeta a la velocidad de los 3.670 km/h. Y la Luna, como toda Unidad-sistemal que se precie, también tiene su propio “sub-sub- periplasma-sistemal”.

 

  Figura 3bis

Figura 3bis Principio 7

  Definiciones que, como ya he dicho más de una vez, no son ni virtuales ni abstracciones. Tienen existencia bien física. Basta con recordar las mareas terrestres para exigir la necesidad de periplasmas sistemales para justificar estos efectos. No se puede seguir pensando en que los movimientos planetarios y demás movimientos no estén coordinados por una mecánica bien mecánica y no me da miedo repetirlo para contrarrestar  la alergia que desde hace siglos, a algunos le genera este concepto; pero no, en cambio, conceptos tan abstractos como “curvaturas espacio-temporales o algo por el estilo. Hace tiempo que se acabaron los milagros. ¡Sin causa no hay efecto y viceversa!

 

  No hay duda de que el lector capacitado admitirá toda la declaración mecanicista del párrafo anterior y digo que no hay duda, porque lo respalda la sofialogía Neo-Ontofísica que no es flor de un día, sino el trabajo de toda una vida, como sabe el lector. Sobre todo, eso del respaldo que decía no es por algo caprichoso y sin fundamento, sino porque todas las resultantes científicas de esta obra, se originaron desde una concepción Sofialógica y “Neo-Ontofísica”, lo que quiere decir, por si aun no se han dado cuenta los que me lean, que se parte de una sola idea o proyecto general y objetivo.

 

  Segundo caso.

 

  La 2ª ley de las tres fundamentales de Johannes Képler, confirman la necesidad de un espacio no vacío.

 

  Figura 4

 

KEPLER 2a LEY

          El radio vector que une un planeta y el Sol barre áreas iguales en tiempos iguales.

 

El Sol está situado en uno de los focos. En tiempos iguales, las áreas barridas por el planeta son iguales. Por lo tanto, el planeta se moverá más rápidamente cerca del Sol porque el arco vectorial que recorre el planeta es más grande y disponiendo del mismo tiempo, esta visto que a mayor recorrido en igual tiempo, tendrá que aumentar la velocidad de desplazamiento, como fácilmente se aprecia en la figura.

 

  Una importante y sorprendente ley descubierta por Képler, aunque sin olvidar la importantísima aportación de información que el astrónomo danés Tycho Brahe donó al alemán Képler. Ley de la que se asegura su veracidad con una demostración geométrica como es eso de que “el planeta barre áreas iguales en tiempos iguales”; pero que no explica físicamente, precisamente, el por qué de esa coincidencia en el desplazamiento de, en este caso, los planetas. Ha sido no hace mucho tiempo y muchos siglos después, cuando mi constante ir y venir por los conocimientos básicos de nuestros saberes en general, que me hizo asombrarme a mí mismo que se creyera que en un medio vacío y sin una especie de éter que ya reclamaba Descartes, tal 2ª Ley pudiera darse, tal como he enunciado al principio de este apartado segundo. El rechazo obsesivo al incipiente mecanicismo de La Place y Descartes básicamente, hizo descartar al resto de ilustrados esa necesidad cuando y ya en el siglo 19, tras un experimento fallido y luego reutilizado, se negó la existencia de un medio no vacío que venía representado por un mítico éter, como ya he explicado en este Anexo en su introducción bajo el título: “Un poco de historia…”.

 

Ha tenido que llegar el siglo 21 y con él el que escribe –humilde servidor del saber, nada mesiánico por mi parte–, para volver sobre esta 2ª Ley para afirmar que sólo se podía cumplir la conocida segunda ley anterior, aceptando un medio en movimiento consustancial con el propio planeta, en el caso concreto que nos  ocupa. Y este medio nada más podía ser el que la Sofialogía Neo-Ontofísica ha definido, primero en este Principio 7 que estoy desarrollando y, luego, con algunas de las 16 teorías de la segunda parte de este Libro II. Así que de uno u otro modo, me sirvo de la solvencia de una conocida y aceptada ley (la 2ª) para defender la existencia de lo propuesto en este Principio 7 con la definición y existencia de una nueva unidad existencia (la unidad sistemal), y todo lo que incluye, tal como he desarrollado hasta aquí y que quiero reforzar con lo que añado a continuación para dejar sin argumentos a los que contra toda razón pragmática, se vayan por las ramas de una especie de “metafísica cuántica” que parece es el recurso de los nuevos físicos teóricos y familia.

 

  Sin un medio periplasmal y sólo con los movimientos inerciales de la ortodoxia actual cósmica que sitúa el primigenio impulso inicial en un “Big-Bang”, los movimientos de los planetas y demás cuerpos celestes, claro, mantendrían siempre la misma velocidad.

 

En consecuencia y teniendo en cuenta lo expuesto en el párrafo anterior y sobre todo lo referido a la tan reconocida y consagrada 2ª ley del movimiento planetario, se deduce que con un movimiento rotacional de cualquier cuerpo celeste en medio de un vacío, resultaría que su movimiento centrífugo lo desintegraría porque el movimiento centrípeto que es el que le da existencia nuclear, sólo podría existir en un medio periplasmal que “frenara”, por decirlo de un modo sencillo, el alocado “instinto” desintegrador del centrifuguismo.

 

  Tercer caso.

 

  También los números cuentan…

 

  Ha pasado ya bastante tiempo de un estudio que inicié sobre la imposibilidad de que “la Luna pudiera caer sobre la Tierra”, tomando como base analítica y crítica la teoría de Newton sobre “la no caída de la Luna”. El estudio completo lo desarrollaré en el libro IV de esta misma obra, bajo el título de “Newton: Análisis crítico de dos aspectos de su ley gravitacional”. El extenso trabajo sobre la idea inicial de la imposibilidad de la caída de la Luna, tal como lo imaginara este astrónomo del siglo 16 al verla en lo alto del cielo, me ha llevado a una serie de derivadas experimentales que he aprovechado como confirmación más o menos matemática de la inexistencia del vacío. La no detención del hipotético éter con el experimento Michelson-Morley, a lo que me refiero en varias partes de esta extensa obra, y la conclusión, según mi criterio, precipitada; porque parece ser que ni se plantearon, la posibilidad de que pudiera existir una especial substancia tal, que sus artilugios espejunos, como se vio con el resultado, no lo detectaron; simplemente, porque no había condicionado el movimiento de una clase de elemento lumínico muy concreto. Al fin y al cabo, a Galileo Galilei le pasó algo parecido, salvando las distancias –aunque en esto de la ciencia, cualquiera sabe. Juzgó, tras el conocido experimento de las linternas, que “la luz era instantánea”. ¿Por qué no pensar -lo planteo sólo como hipótesis-,  que bien pudo ser porque no detectaron alguna otra substancia que en el “corto recorrido” entre el Sol y la Tierra, y con ese rudimentario artilugio, tampoco afectara a la luz? Es esta hipótesis la que, precisamente, defiende este Principio 7 que estamos estudiando y desarrollando y que he bautizado como “Periplasma-sistemal”.

 

  Según lo anterior y con el siguiente fin, destacaré aquí lo que me interesa del estudio citado, para confirmar la existencia de los “periplasmas sistemales”, repito, dentro de lo que representa esto en el estudio y desarrollo del Principio 7 y su elemento universal y unitario, la UNIDAD-SISTEMAL.

 

  El origen de este trabajo de investigación partió de algo tan simple como el coeficiente de atracción terrestre que es 9,8 m/seg2 y la gravedad de la Luna calculada por Newton. A partir de estos datos, desarrollé una serie de relaciones matemáticas con las que se confirmaba la imposibilidad de que nuestro satélite lunar pudiera caer sobre la Tierra. Los resultados apoyaron esta teoría mía, confirmando que, en todo caso, la caída sería prácticamente imposible; más bien al contrario, que lo único que podía hacer es lo que está haciendo desde que “nació” de la propia Tierra, así como ésta, “nació” del Sol: ¡¡Alejarse cada vez más!! De estos “nacimientos” se ocupa la Segunda parte de este Libro II, sección Teorías. Todo ello respaldado por el nuevo “movimiento mecano-óntico” que se enuncia dos principios más adelante. Exactamente, el nº 9.

 

De las relaciones matemáticas que decía en el párrafo anterior, la conclusión a la que llegué, no era, precisamente, la propuesta por Newton sobre la gravedad de la Luna, sino que sus cálculos no se referían al campo lunar, separado del terrestre, sino todo lo contrario; porque la relación proporcional estaba y está entre dos radios terrestres: Uno el que corresponde al globo terráqueo propiamente dicho que es aproximadamente de 6.400 km y el otro radio, el que pertenece a una posición determinada del Periplasma-sistemal terrestre que, en el caso de la Luna es de una media de 380.000 km. Posición ésta de los casi cuatrocientos mil kilómetros que Newton lo hizo coincidir con este satélite, aunque, insisto, estos cálculos se podrían aplicar a otras distancias, como veremos más adelante.

 

El error de Newton sobre la citada teoría se debe a la aparente independencia de los cuerpos en orbitación según su universal principio de gravitación de los cuerpos celestes. Basada toda su tan conocida teoría de la, repito, gravitación universal en un mecanicismo burdo –mecanicismo burdo, que tampoco excuso al de la relatividad de Einstein, por muy sofisticado, léase abstracto, que aparenta-, incapaces de profundizar un poco más en la substancialidad que se “esconde” -por decirlo de algún modo, siempre impropio- bajo la apariencia de las formas. Es en ese substrato en donde se esconde una realidad más universalmente objetiva y a la que, desde los más elementales comienzos de lo que podríamos llamar -también impropio para esta sofialogía- modo de razonar.

 

Consideración matemática la de Newton, a la que me vengo refiriendo principalmente, en el caso que nos ocupa, aunque, como la de la velocidad de la luz y otras, se basa en fenomenologías aisladas y “lineales”. Quiero decir, sin profundizar en las relaciones substanciales que apuntaba y que unifican los procesos en apariencia distintos de esas fenomenologías que es lo que primero es percibido por los sentidos. En este proceso objetivador en el que esta Sofialogía experimental Neo-Ontofísica se ha embarcado, hace que al variar el punto de consideración sofialógica más que de observador, las reglas hasta ahora vigentes, fallen. Esto es lo que sucedió al considerar el movimiento lunar como una velocidad angular propia, sin tener en cuenta su dependencia sistemal del que ha recibido toda su "substancialidad". Dependencia sistemal reflejada en su posición respecto, en este caso, del planeta Tierra.

 

  La nueva relación proporcional de esta Neo-Ontofísica que la hace depender toda de un mismo periplasma-sistemal, se podría representar así, teniendo en cuenta a la hora de calcular, que la segunda razón es inversa respecto de la primera:

 

9,81         (6.400)²

---------- =  ------------

  X         (384.000)²

 

 
 

 

 

 

 


          De todo esto, se puede generalizar la siguiente relación matemática, expresada con los siguientes parámetros:

 

           G (Gravedad Superficie Tierra)      

           A (Gravedad Fuera Tierra)               

           R2 (Radio de la Tierra2)                       

D2 (Distancia desde eje terrestre2

 

        G            R2

--------------- =   ------------

        A            D2

 
 


 

 

 

 

       Despejando de la proporción inversa anterior, (A):

 

      A = 981 x (6.400)2 /  (384.000)2 = 0,2725 cm/seg2.

 

Comprobación de la proporción anterior tomando como incógnita A (Grav. fuera de superf. Tierra), que se la ha hecho coincidir con la posición que ocupa nuestro satélite y que nos da como resultado en este caso, la atracción gravitatoria que soporta la Luna en la posición que se encuentra con respecto a la Tierra que es de 0,2725 cm/seg². ¡Que sería la misma que soportaría y soporta cualquier cuerpo que orbitara a esos 384.000 km separados del núcleo terrestre, insisto!

 

          Visto lo anterior, queda patente que los resultados matemáticos haciéndolos coincidir con la distancia lunar respecto de la Tierra, son solamente consecuencia del campo gravitacional terrestre puesto que los elementos intervinientes son todos patrimonio terrestre, como se ve en la proporción anterior que guarda relación entre su radio terrestre (6.400 km) con su atracción gravitatoria (981 cm/seg²) en la misma proporción que si ampliamos este radio terrestre. Radio que no queda en ningún modo condicionado por la posición de la Luna. Si Newton hubiera sido un habitante de la Luna y aplicado sus mismos cálculos tomando como base de este cálculo dicho satélite, en lugar de la Tierra: (163 x 1763,6^2) / (384.000)^2 = 0,00333369, hubiera tenido que deducir que la Tierra tenía tendencia a caer sobre su satélite. Al fin y al cabo, para Newton tampoco hacía tanto que se había abandonado la idea del geocentrismo y en su tiempo, el conocimiento del sistema solar nuestro y del resto del cosmos era poco concreto por lo reciente de sus nuevos descubrimientos y se mezclaban con creencias incluso fantásticas.

 

Tras las anteriores detalladas y necesarias explicaciones, retomo a la proporción matemática anterior con la que desarrollé la siguiente Tabla I para defender la imposibilidad de un vacío, ocupado por lo que este Principio 7 ha decidido llamar, como hemos visto, el Periplasma-sistemal terrestre. Y por ser esto así, es por lo que la Luna se mantiene a esa distancia, porque sus "densidades" se nivelan bajo un grado o situación de dependencia.

 

La tabla I y sus diferentes valores, lo que muestran es la existencia de un verdadero “campo esferoidal”, en el que está "inmersa" la Luna, no como un simple pedrusco a punto de caer; pero que nunca cae, sino que la Tierra generosa reproduce en ella otra relación sistemal con movimientos y proporcionalidades semejantes a ella misma. Esta imagen quedó reflejada en las gráficas  Figura 3 y Figura 3bis líneas arriba.

 

      Tabla I

Cálculo de la aceleración debida a la atracción gravitatoria terrestre tomando como variable la distancia desde el centro de la Tierra.

 

     Fórmula: A = (G x R 2) / (D 2)

    Valores: G, aceleración de la gravedad a nivel terrestre.

    R, radio terrestre en kilómetros.

    D, distancia en km tomada desde el centro nuclear terrestre.                                              

    A, resultado de la aceleración según la variable D.

    Gravedad superficie terrestre:  G = 9,81 m/s2  ó  981 cm/s2.

 

                        Fórmula                             Resultado variando distancia D

 


          G      R            D                                A = cm/seg2

     (981*6400^2)/(00001)^2                40.181.760.000,00000000 (1)          

     (981*6400^2)/(6.400)^2                                     981,00000000  

     (981*6400^2)/(38.000)^2                                     27,82670360  

     (981*6400^2)/(100.000)^2                                     4,01817600  

     (981*6400^2)/(200.000)^2                                     1,00454400  

     (981*6400^2)/(300.000)^2                                     0,44646400  

     (981*6400^2)/(384.000)^2                                     0,27250000 (2)         

     (981*6400^2)/(484.000)^2                                     0,17152927  

     (981*6400^2)/(1.000.000)^2                                  0,04018176  

     (981*6400^2)/(2.000.000)^2                                  0,01004544  

     (981*6400^2)/(20.000.000)^2                                0,00010045  

     (981*6400^2)/(40.000.000)^2                                0,00002511  

     (981*6400^2)/(150.000.000)^2                              0,00000179 (3)

                                                                                   

           (1) Tomando la distancia 1, del principio de la tabla, que sería el centro mismo del eje-sistemal-terrestre, la cantidad resultante es impresionante. Cantidad que, dentro de su posible relativismo, se puede interpretar como que ahí reside el potencial completo que mantiene a nuestro planeta como esa Unidad-sistemal que es.

 

 (2) Los 0,27250000 cm/seg2 a los 384.000 km del eje-sistemal terrestre, son la "atracción centrípeta" que su campo ejerce sobre la superficie lunar y su entorno, originado por la rotación sistemal terrestre y complementado por un movimiento de "expulsión centrífuga", engendrado éste por el movimiento de gravitación terrestre que a su vez lo "sufre" igualmente del Sol en, también, otra dependencia sistemal de otro orden. Porque el movimiento rotacional centrípeto de una Unidad-sistemal cualquiera es, a su vez, el movimiento gravitacional de una sub-Unidad-sistemal dependiente.

 

(3) Vemos en la tabla I, que este Periplasma-sistemal se extiende hasta el mismo Sol, aunque prácticamente sea cero. El cálculo de los 150 millones de kilómetros aproximados del final de dicha tabla, que son los que dista la Tierra del Sol, así nos lo indican y el límite absoluto del campo terrestre está a dos mil ochocientos cuarenta millones de km, porque es donde la relación matemática de la fórmula da como resultado cero.)

 

Como algo más anecdótico que otra cosa, he pensado que si ampliara y completara la tabla I, siguiendo el proceso progresional en una unidad, como representa el fragmento de la tabla II puesta más adelante -un fragmento sólo porque, si se completara toda la Unidad-sistemal, resultaría una cantidad de números impresionante- lo que se obtendría sería algo así como la "radiografía física" del campo terrestre, -como las limaduras de hierro espolvoreadas positivan el campo magnético invisible de un imán-. Con otras palabras, se trataría del Periplasma-sistemal terrestre.

 

Tabla II

 

Variación del Periplasma-sistemal con valor incrementado en uno, partiendo de un "radio externo terrestre" de 300.000 km: 

 

 V = (981*6400^2)/(300.000+(1))^2

 

Lo que sigue es un formato de celdas de una hoja de cálculo "Excel". E43 se refiere al incremento constante del valor 1 para el fragmento de la serie:

 

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  Principio 8

 

  Toda Unidad-sistemal es expresión de dos idoneidades contradictorias y geométricamente asimétricas. Como tales, ubicables en unas nuevas coordenadas, llamadas “Coordenadas ónticas” que sitúan substancialmente cualquier “Unidad-sistemal” en su propio devenir existencial relativo, como se muestra gráficamente en el siguiente esquema básico general,  figura 4bis.

 

  Un hallazgo tan definitivo que por sí mismas y por lo que representan estas coordenadas, justificaría la existencia de esta nueva teoría de la Sofialogía Neo-Ontofísica.

 

  Figura  4bis

Figura 4 Principio 8

 

  Desarrollo

 

  Antes que nada, advertir que la apariencia asimétrica que se refleja en la figura 4bis anterior, que es como substancialmente debe considerarse, por facilitar el diseño de esta estructura geométrica, esta distorsión asimétrica no se refleja en el resto de Coordenadas ónticas que utilizo a lo largo de esta obra. Esto no quita que deba tenerse siempre presente, ese condicionamiento universal asimétrico definitorio del “movimiento” de lo que existe, según se enuncia esto último en el Principio 2.

 

  Con estas nuevas coordenadas, toda Unidad-sistemal queda definida en su “espacio y tiempo relativos” o, lo que es lo mismo, en su propio devenir relativo, consecuencia de la propia idoneidad de la materia que se nos manifiesta a todos los niveles, como la suma de dos contrarios. Conceptos o parámetros sólo válidos para nuestra limitada ciencia y la necesidad que tiene de relativizar los fenómenos observados.

 

  Primero fueron las conocidas y utilísimas “Coordenadas cartesianas”, (René Descartes, 1596 -1650) y a partir de ahora, además, serán necesarias para entender mejor “la mecánica” Neo-Ontofísica, estas otras “Coordenadas ónticas”, (figura 5). A lo largo de esta obra, el lector irá viendo otras aplicaciones de estas coordenadas, con las que espero, acabe de entender y asumir esta nueva tecnología.

 

  Figura 5

  Las Coordenadas ónticas, son el modo de visualizar gráficamente el devenir de todas las Unidades-sistemales y, con ello, ubicar el ser y existir de estas Unidades-sistemales en su “tiempo relativo”, el único relativismo posible.

 

Figura 5 Principio 8

 

  Estas Coordenadas ónticas sitúan el devenir de una Unidad-Sistemal, en un proceso temporal relativo iniciado en un momento cero, a partir de un “eje-nuclear-sistemal”. Lo que indica que solamente tiene aplicación si se acepta que existe el llamado por esta sofialogía “Movimiento Mecano-Óntico”. En el citado “eje-nuclear-sistemal” de esta figura, se almacena todo el potencial cuántico que le permitirá ser como tal, durante un tiempo relativo a su propia Unidad-sistemal. En torno a este núcleo central se acumulan capas periplásmicas que variarán en relación inversa o contraria a la posición relativa que ocupen en las Coordenadas ónticas, que son el medio gráfico de representar la posición progresional de una Unidad-sistemal respecto de otra de orden inmediato superior. Resumiendo, estas Coordenadas ónticas representan:

 

1.- Grado de densidad de la materia descendente, acumulada en torno a un eje-sistemal (líneas convergentes, figura 4 y 5): Movimiento “centrípeto”.

 

2.- Movimiento substancial, inverso al anterior, que modifica la apariencia formal de las Unidades-sistemales por ser desplazadas del eje-sistemal  (líneas divergentes, figura 4 y 5): Movimiento “centrífugo”.

 

3.- Como resultante de ambos “movimientos”, una derivada exponencial que esta Sofialogía Neo-Ontofísica define como ¡¡“Movimiento Mecano-Óntico”!! Mucho más substancial que mecánico, insisto. (Principio 9, siguiente).

 

4.- En consecuencia, el recorrido final de toda Unidad-sistemal es su “disolución” como tal unidad en el periplasma del que se originó y en el que “existió” (figura 5).

 

  El concepto “temporal relativo” sólo es válido para estas coordenadas; porque esta sofialogía Neo-Ontofísica sabe y afirma que el “tiempo humano” se basa en la absolutización de las formas, cuando éstas solamente son aspectos relativos de lo que es absoluto, absoluto. Es por esto que, ni el pasado ni el futuro pueden darse en una absolutidad, valga la repetición, absoluta. Todo se mueve en un “todo absoluto” en el “sin espacio” y el “sin tiempo” –Principio 3 y 4–, lo mismo que los peces se mueven y son en la absolutidad de su océano, por poner un burdo y elemental ejemplo que nos acerque un poco a la complejidad de todo lo anterior.

 

  Recuerdo que, parte de estas expresiones tan abstractas para el que por primera vez se enfrenta a ellas, han venido siendo enunciadas progresionalmente de acuerdo con los Principios correspondientes y obligados, como ya dije, a tener que crear palabras y expresiones nuevas, por la propia novedad de los Principios citados.

 

  Parodiando el Principio 3, podría decirse, que todo se mueve en un eterno “presente continuo”.

 

  Para ayudar a entender un poco más todo esto del tiempo presente continuo, que tiene que ver con el principio 3 y, por aplicación en las Coordenadas ónticas también corresponde a este Principio 8, he aquí el siguiente experimento mental:

 

  Si observo el movimiento rotacional de la Tierra y en un momento concreto me sitúo exactamente en el meridiano 0, el de Greenwich (Inglaterra), por ejemplo, pensaré que los que ocupan el meridiano 60 al Este de mi posición, están en el pasado (considerando que la rotación de la tierra lo hace de izquierda a derecha, al contrario que las manecillas de un reloj), porque la hora que tengo en mi reloj, la tuvieron ellos mucho antes y ya pasó. Por el contrario, si los situados respecto a mi posición “presente” en el meridiano cero, están en los mismos grados 60, esta vez al Oeste de mi posición, deduciré que las personas situadas en el citado meridiano 60 O., están respecto a mí, en una posición temporal, futura; porque aun no han llegado a la hora que tengo en mi reloj en la citada posición meridiano 0. La realidad objetiva es otra; porque cada uno de los que ocupan las posiciones indicadas, bien sean al Este o al Oeste, respectivamente están, como yo, en su propio “presente”. Cada uno de ellos están viviendo, insisto, su propio presente del que, lo mismo que yo, nadie se puede evadir. Ninguno de estos, objetivamente hablando, están en el pasado o en el futuro. Todos vivimos en un presente al que yo añado “continuo” porque incluye un “continuo” acontecer de sucesos que marcan el movimiento de todo, sin la más mínima posibilidad de poder acceder a los sucesos anteriores ni, tampoco a los que vendrán. Y en éstos sucesos, el parámetro tiempo es incapaz de influir de ningún modo. Nuestro tiempo calendario, sólo es un artesanal modo de computar globalmente el movimiento de nuestro planeta. El auténtico “reloj-temporal”, por llamarlo de algún modo, lo lleva cada individuo en su interior. Es por esto, que cada uno envejece de acuerdo con ese reloj interno. Si el tiempo computacional humano fuera algo universal y absoluto como enseña la ciencia actual, todos sufriríamos por igual su influencia y envejeceríamos, también, todos a la vez.

 

  Aprovecho para recordar aquí lo que en el apartado Principio 3, apuntaba sobre el parámetro universal tiempo: Un parámetro tiempo que, como algo material y concreto que se supone que es, debería tener una ubicación física determinada en algún lugar. Hasta ahora, nadie ha sido capaz de situar ese parámetro tiempo universal tan utilizado en varias teorías de Física teórica, en alguna parte de ese infinito universo; y no será por falta de sitio en donde alojarse… ¡Este parámetro es tan metafísico como la “res cogitans” cartesiana!

 

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  Principio 9

 

  Un “Movimiento Mecano-Óntico” estructura como un “todo sistemal”, la “parte” del Principio 2 definida como “Movimiento”. Un “nuevo movimiento” (nuevo para la ciencia, se entiende) que implica orden, transformación, cambio, devenir y ser, sin modificar un ápice su propia idoneidad substancial y física en su idiosincrásica infinitud.

 

  Movimiento que a su vez, es representado gráficamente en las recién estrenadas  “Coordenadas ónticas” (figuras 4bis y 5), del apartado anterior, el Principio 8.

 

  (Por fin toca aquí y ahora la presentación de este Principio 9 como nuevo movimiento: Un “Movimiento Substancial”, del que he tenido que hablar muchas páginas antes como preparación para este momento. Movimiento Substancial que esta Neo-Ontofísica, por seguir cierta tradición semántica, presenta como “Movimiento Mecano-Óntico”. Nombre con el que será conocido y utilizado en esta Sofialogía Neo-Ontofísica.)

 

     Desarrollo

  

  Aunque comparativamente los Principios 2 y 9, parecen similares, tienen poco que ver conceptualmente que es lo que interesa a la división de Principios de esta Neo-Ontofísica. El Principio 2 define la Totalidad o “Lo que es”, lejos de esa vieja idea dialéctica de enfrentamiento entre “Lo infinito” y “Lo finito” o, entre “Lo absoluto” y “Lo individual” sino y, definitivamente (Principio nº 2), como “Inmovimiento” o “Movimiento” que son un todo indefinible e indivisible, para el que la única palabra que lo define es IDONEIDAD. Es de una parte conceptual de esta idoneidad de la que esta sofialogía se ocupa y que, forzado por nuestras infinitas limitaciones, he decidido en llamar: “materia en movimiento”. Todos los demás principios, excepto el nº 2, se refieren a esta idoneidad: el Movimiento. Un movimiento que no tiene nada que ver con el llamado movimiento simple o traslacional sino reconocido por esta Neo-Ontofísica como “Movimiento Substancial” si se atiende a lo que supone éste para cualquier unidad sistemal: “Orden, transformación, cambio, devenir y ser, sin modificar un ápice su propia idoneidad substancial y física en su idiosincrásica infinitud”, como se define de la mejor manera posible este Principio 9.

 

  Más de uno de los selectos posibles lectores de este tan aparentemente complicado mundo de la Neo-Ontofísica, tendrá curiosidad por conocer de dónde se originó la idea primera que me llevó al descubrimiento del Movimiento Mecano-Óntico. Tendrán que esperar un poco hasta llegar a la Segunda parte de este Libro II, Sección 1ª: Teorías, en donde este Principio 9 se presenta también, como Teoría por las aplicaciones que se derivan de este fundamental Movimiento Mecano-Óntico.

    

  Con este Principio 9, La sofialogía Neo-Ontofísica dispone de una herramienta fundamental para explicar de un modo unitario, el devenir de la materia que, ineludiblemente se nos manifiesta como movimiento. No como  movimiento mecanicista simple o de desplazamiento como apunté antes, sino de un movimiento que como trata de expresar el MMO, afecta al propio existir y ser de todas las unidades-sistemales.

 

  El movimiento mecanicista sólo es desplazamiento; pero el Movimiento Mecano-Óntico (MMO) o Substancial de esta Neo-Ontofísica es como, por decirlo de un modo poético, “la sangre circulante de lo que es”. Este movimiento, como digo, es una idoneidad ineludible en la que no cabe, ni el tiempo absoluto ni el espacio ídem, ni siquiera el futuro y menos el pasado; sólo el presente, como anticipaba al final del principio anterior nº 8. ¿Cómo puede ser esta aparente contradicción? Es algo que ignoro aunque, por ser la misma materia la que forma todo, se puede percibir intuitivamente que no hay más allá de lo que es y que…, y esto ya no es intuición sino razonamiento, que existimos en un “más acá” y que su apariencia es cambiante, no caprichosamente cambiante y menos, porque un alguien pueda modificarlo sólo con su presencia. La dichosa manía humana, herencia de “homo-centrismos” aun no superados, de no entender que podemos ser seres modificantes, como lo somos cambiantes, pero como elementos que somos de la misma naturaleza y materia. ¡Sin ningún rango, ni privilegio!

 

  Así que, hablar de reposos y puntos ceros cuando hablamos de movimiento, sólo son deformaciones de nuestro entender y expresar, que parten de unas fenomenologías muy relativas. Fenomenologías que condicionan el ser y existir de nuestra especie en un planeta del que, el lenguaje es y ha sido hijo de las propias limitaciones de aprender que conlleva la  evolución que no es otra cosa que expresión muy limitada del Principio 9 definido en este apartado. En ese aprender progresional, lo primero que se asumió fue el movimiento mecanicista de los cuerpos terrestres y celestes. Este movimiento nos ha gobernado e, incluso, explicado comportamientos de lo que existe; porque el humano -es del que puedo hablar; porque de otros individuos no tengo noticia- no puede estar sin explicaciones de las incógnitas que se le van presentando. Por esto, cuando un niño muy perspicaz y agudo pone a sus progenitores en apuros con alguna pregunta a la que no saben qué responder, generalmente le explican una historia que, por supuesto, nada tiene que ver con la realidad objetiva de la pregunta hecha por el infante. El MMO ha venido para dejar sentado que, como vimos en el Principio 2, el no-movimiento (no confundir con el “Inmovimiento”) no se da en la materia absolutamente. Otra cosa es lo que la Ciencia en las parcelas limitadas que cultiva, utilice conceptos hipotéticos de reposos y movimientos ceros o similares; pero nunca para Sofialogía Neo-Ontofísica.

 

  Este Movimiento Mecano-Óntico define el devenir de toda Unidad-sistemal: “macro-galaxias”, galaxias, soles, planetas, “vivientes”, células, átomos, etcétera, desde que se origina en el núcleo-eje hasta que deja de serlo, pasando a ser “periplasma” nada más de la Unidad-sistemal de orden inmediato y progresional superior, tal como hemos visto en el Principio 8 anterior, figura 5.

  

  Tomando como referencia la Figura 5 anterior, pues, y por insistir machaconamente en algo que por su novedad, entiendo que ofrece ciertas dificultades, el Movimiento Mecano-Óntico se manifiesta como un alejamiento paulatino de ese eje-origen en el núcleo subsistemal de los elementos que lo complementan y con los que se conforma al completo la idoneidad relativa de cada Unidad-sistemal, de lo que la gráfica anterior es una muestra de esta definición teórica. Ese alejamiento se compensa con pérdida de velocidad en los elementos periplásmicos que circundan el “eje nuclear” de cualquier Unidad-sistemal. Es el movimiento que me permite considerar lo que existe, bajo una sola “teoría unificada”. ¡¡Es la expresión universal de lo que es!! Un nuevo movimiento que está implícito, insisto, tanto en el llamado movimiento de gravitación cósmica como en el del resto de Unidades-sistemales, lo que también nos incluye a los humanos. Movimiento que echa por tierra, todos esos movimientos expansionistas del cosmos, por ejemplo.

  

  El  MMO es como una característica idiosincrásica de ese todo y lo que nosotros hemos venido en llamar cuerpos en general, son como las “células vivas” de ese otro infinito cuerpo que es la totalidad. Para esta nueva mecánica, los cuerpos o individualidades, a partir de ahora “Unidades-sistemales”, son la expresión más acertada de momento, de todo “lo que es”. Así que, el movimiento de estas "Unidades-sistemales" no es a distancia ni siquiera por abstractas curvaturas espacio-temporales, sino como el fluir de la savia en el interior de una planta o el movimiento celular interno de otros cualesquiera cuerpos.

 

  Resumiendo, cuando la sofialogía Neo-Ontofísica habla de movimiento, insisto, se refiere al “Movimiento Mecano-Óntico”, completamente diferente de lo que se entiende por movimiento como simple desplazamiento mecánico en general. El movimiento interno vital de todo un cuerpo humano, sería un ejemplo de Movimiento Mecano-Óntico y el paseo de este cuerpo por una habitación, ejemplo de movimiento puramente traslacional. El MMO es, pues, insisto y requete-insisto, la expresión natural de “lo que es”. Igual que las cualidades inherentes del agua de todos conocidas, no son a parte de ésta, sino que son en su propia consubstancialidad. Para terminar, no se trata pues de demostrar este Movimiento Mecano-Óntico o Substancial sino, al revés; se trataría de demostrar que los “reposos”, los “no-movimientos” que la Física utiliza para sus aplicaciones “caseras”, no son más que simples relativismos nuestros; pero que no tienen que ver con los conceptos sofialógicos de esta Neo-Ontofísica que, como es su finalidad, trata de explicar lo que “existe como totalidad”. De lo otro, como he dicho y diré, ya se encargan las “ciencias menores”, como la Física, la Química, la Biología, etc…

  

  Insistiendo más en esta mecánica, el “Movimiento Mecano-Óntico” sólo es “la mitad” de la respuesta del por qué los planetas o cualquier Unidad-sistemal, soportan este movimiento de alejamiento. Hasta hoy, octubre del año 2015, no me había planteado el por qué o la verdadera razón de este movimiento substancial que al descubrirlo como tal, lo llamé, como he dicho, Movimiento Mecano-Óntico. El resultado del citado planteamiento anterior fue comprender que este movimiento (MMO) era la confirmación de la existencia y necesidad de otro “movimiento” complementario y fundamental para entenderlo. Decidí llamarlo: Movimiento Universal Conveccional (MUC).  Este “movimiento” es el “retorno” periplásmico de lo que queda al final del ciclo “existencial” de las Unidades-Sistemales, tal como lo muestra gráficamente la figura 5bis (una ampliación y casi repetición de la anterior figura 5), en la que se muestran las dos “mitades”, digámoslo así, de lo que, substancialmente hablando es un solo movimiento. Es la “circulación conveccional” la que alimenta, por decirlo de un modo sencillo, el MMO elegido como denominación común de la Sofialogía Neo-Ontofísica. Si no existiera el MUC, el Movimiento Mecano-Óntico, no podría darse y en su lugar, lo que quedaría sería una eterna huida de lo que existe, sin la posibilidad de encontrarse nunca. Más o menos lo que la ortodoxia cósmica actual mantiene. Y definitivamente, cuando el núcleo “agote” el potencial cuántico inicial de lo que fue una “Unidad-Sistemal”, se disolverá o, mejor, retornará a ser de nuevo periplasma del eje-núcleo-sistemal superior del que se formó, como se explicará más ampliamente en el apartado de Teorías de este mismo Libro II, exactamente la nº 2 y la nº 3.

 

  Figura 5bis

Figura 5bis Principio 9

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  Principio 10

 

  Cada “Unidad-sistemal” depende de otra Unidad-sistemal de “orden inmediato superior” que, a su vez, ésta lo será de otra de “orden más superior”, en una estructura progresional cuyo tope nada más puede ser que un infinito.

 

  Desarrollo

 

  Esta constitución estructural que tiene como base la “Unidad-sistemal”, subordina la materia a ella misma en la discontinuidad dentro de un “absoluto” y como tal, no puede ser más que  “inmóvil” en su infinitud.

 

  El siguiente experimento mental, puede ayudar a entender mejor conceptos como infinitud, contenido y estructura progresional: Imaginemos que “lo que existe”, “la totalidad”, “lo absoluto”, o como demonios queramos llamar a “todo lo que es”, lo redujéramos a una habitación sin puertas ni ventanas, absolutamente estanca, en la que estarían todas las cosas que existen, con sus diferentes formas y apariencias. Todas ellas se podrían desplazar de un lado para otro, cambiar su aspecto, etc... En fin, todas gozarían de la misma actividad que la que observamos en nuestro propio universo; pero ninguna podría abandonar la citada habitación estanca. Ahora Imaginemos que esta habitación tiene medidas infinitas, igualmente, todas las cosas que ocupan esta “habitación” nunca podrían dejarla ni evadirse de ella. Para la realidad Neo-Ontofísica, esa infinitud viene a ser como los muros de la habitación citada que eliminan por completo, la posibilidad que se dé un “más allá”, so pena de perder la categoría de infinitud.

 

  Observando la citada “habitación” anterior, la sofialogía Neo-Ontofísica ha descubierto que su interior se estructura a las mil maravillas y que el supuesto desorden sólo es apariencia, porque todo se integra en un devenir ordenado y progresional. Lo que significa que los movimientos planetarios, electrónicos o los de cualquier “Unidad-sistemal” en general, son el resultado de  dependencias de otras, digamos, “Unidades-sistemales” de órdenes progresionales más complejas. De ahí lo que decía antes de ese devenir ordenado y progresional de las cosas, en el que se determinan como "individualidades relativas", al mismo tiempo que mantienen su unión indisoluble con una substancialidad infinita en el "sin-espacio" y en el "sin-tiempo" y a la vez en una articulación "simbiótica global”.

 

  Resumiendo, que las requetecitadas Unidades-sistemales se nos presentan como dependientes de otras Unidades-sistemales de otro nivel y así sucesivamente. La figura 3 del Principio 7, sería una aplicación sencilla de este Principio 10 para un caso muy concreto y cercano. La figura 6, además, muestra la gráfica de cómo se estructura la materia, de acuerdo con las “Coordenadas ónticas”, tal como esta sofialogía Neo-ontofísica define el movimiento como una “mecánica Óntica”. Y en la figura 7, puesta al final de este Principio 10, vemos una gráfica de la interdependencia progresional de las Unidades-sistemales que enuncia este Principio 10, aplicada a un caso concreto de múltiples órbitas solares. Sirva, además, como burdo ejemplo, la misma sucesión de relación que la que se descubre al destapar una de las conocidas muñecas rusas llamadas “matrioskas”. Dependencias, las de estas Unidades-sistemales, que condicionan su individualidad y que se evidencian físicamente al observador mostrando, incluso, diferencias métricas.

 

  Figura 6

Figura 6 Principio 10

 

  Por ejemplo, un planeta o un electrón que son Unidades-sistemales, cuanto más cerca estén del eje-nuclear de la Unidad-sistemal de orden inmediato superior de la que depende, sus velocidades son más altas. Tomando como referente nuestro sistema solar, el planeta que gravita a mayor velocidad que el resto de planetas es precisamente Mercurio, el más cercano al Sol. Y es de todos conocido, incluso por el más lego en astronomía que Venus, el planeta más alejado del Sol, después de Mercurio, tiene una velocidad de traslación inferior a éste; lo mismo que la Tierra y con él, el resto de planetas de nuestro sistema solar que utilizo como referente comprobable, para facilitar todo este lío de los movimientos de las Unidades-sistemales. Vean en la siguiente tabla un recordatorio de las distancias en kilómetros al Sol y las velocidades respectivas en kilómetros hora. 

 

                             Distancia al sol               Vel. Km/h.

            Mercurio    57.910.000,00 Km  / 172.478,25

          Venus      108.210.000,00 Km /  126.076,45

          Tierra      149.600.000,00 Km /  107.243,37

 

  De todos modos, cuando en el párrafo anterior hablo de velocidad, no me refiero sólo a lo que conocemos como tal que es un movimiento traslacional tal cual  hemos visto en la tabla anterior. Eso, para esta sofialogía Neo-Ontofísica, es casi anecdótico. Lo verdaderamente importante, cuando hablamos de movimiento, es otro de los logros fundamentales de esta Sofialogía Neo-Ontofísica, el Movimiento Mecano-Óntico, enunciado como Principio en el apartado 9, anterior.  

 

  De este Principio 10, según el cual,  “cada unidad-sistemal, a su vez, es una unidad-sistemal dependiente de otra unidad de orden inmediato “superior”, se desprende un “sub-principio” Neo-Ontofísico contra el catastrofismo universal al que al parecer, el humano tiene cierta predisposición y que se enuncia así:

 

Cada medio físico, cósmico o de cualquier unidad-sistemal, está “diseñado” para absorber su propia hecatombe o catástrofe sin interferir en órdenes de otro escalafón”.

 

  Si no fuera así, el más mínimo desastre acabaría con todo lo que existe. Cada Unidad-sistemal en hecatombe o similar, de acuerdo con el anterior “sub-principio”, seria absorbida por la Unidad-sistemal superior a la que pertenece; sin contar con lo que dice el Principio 1 de esta lista de diez que acabamos de conocer, en donde se enuncia que nuestro subjetivismo relativo, nos hace considerar catástrofes lo que, desde otra posición relativa de dimensión distinta de la humana, por ejemplo, resultaría una nimiedad. Tomando como ejemplo la figura 7, si el Sistema solar-tierra, colapsara, como se dice ahora o, simplemente, desapareciera, se convertiría en “periplasma” que seria absorbido por la 2ª unidad sistemal.

 

  Figura 7

Figura 4

 

         En esta figura 7 se ve que el “Sistema solar-tierra” de esta figura, ”depende” del sistema superior: “2ª unidad-sistemal” y así sucesiva-mente. De esta figura 7 se deduce, que todo lo que es en sus diferentes aspectos físicos como velocidad de traslación, rotación, número de planetas, etc…, depende del sistema 2º superior; como, a su vez, éste depende del otro y así…, hasta el absurdo infinito. Absurdo, no porque el infinito lo sea, sino por lo imposible de definir que resulta a unos seres que son parte y no todo. Lo más cercano a la definición de “lo infinito” que he conseguido, es el burdo experimento mental con el que comencé el desarrollo de este Principio 10.

 

…Hablando del absurdo infinito y por extensión del mismísimo universo, que para esta sofialogía neo-ontofísica es lo mismo, me he permitido un curioso montaje gráfico, sirviéndome de las tan conocidas “matrioskas” rusas (figura 7bis), para ilustrar la diferencia entre la ortodoxa concepción del universo formado por elementos “en paralelo” con lo que necesitan de un “espacio” que los contenga y la heterodoxa de esta Neo-ontofísica que en este, digamos, “Universo Matrioska”, existe sin necesidad de espacios que contengan los elementos que lo habitan y que cumple este Principio 10 que acabo de enunciar como:

 

 Cada “Unidad-sistemal” depende de otra Unidad-sistemal de “orden inmediato superior” que, a su vez, ésta lo será de otra de “orden más superior”, en una estructura progresional cuyo tope nada más puede ser que un infinito... Lo mismo que las simpáticas matriosckas que cada una depende de otra que la contiene…

 

    Figura 7bis

Figura 7bis Principio 10

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   Corolario final y definitorio de “Lo que es”, según los “Diez Principios” enunciados hasta aquí:

 

“Lo que es”, es en el “sin-espacio” y en el “sin-tiempo”, en un “presente continuo” sin pasado ni futuro.

 

Conceptos poco comprensibles para hoy; pero que no dudo lo serán más y mejor para las futuras generaciones, en el caso de que no se pierdan, como tantos otros se habrán perdido a través de la historia, visto lo que ha costado que se impusieran las nuevas y pocas teorías que consiguieron sobrevivir a la incomprensión y cerrazón de los eruditos de cada tiempo…

 

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