(FRAGMENTOS, PRESENTACIÓN OBRA)

 

 MEMORIA POÉTICA GLOBAL

(Obras completas)

SANTIAGO SALCEDO

 

                       

 

 

 

Índice

 

1 Ausencias.................................................. 2

2 Nostalgias............................................... 18

3 Susurros................................................. 27

4 Voces del infinito................................... 44

5 Misión Profética..................................... 54

6 Gaviota humana..................................... 71

7 Miscelánea poética................................ 87

 

 

 

        Preámbulo

 

        Ahora que he cumplido un ciclo en mi larga dedicación a la creación literaria y terminada mi “trashumancia” vital con residencia fija en la Blanca Subur de los romanos, hoy Sitges para los mortales, he decidido publicar todo mi particular bagaje poético, acumulado a lo largo de muchos años y guardado hasta que la ocasión propicia me permitiera darlo a conocer. Todo un ciclo condicionado por la edad que nos limita en la producción creativa, no tanto por viejo -aunque también-, sino por que la capacidad de crear -que no tiene que ver con la cursilada esa de las musas y adláteres- viene a ser como un filón que se hereda al nacer y, como todo filón, tiene un volumen determinado. Si la vida te da edad y tiempo suficiente para explotarlo todo, llega a agotarse y si pretendes seguir intentado sacar el precioso metal de unos nuevos versos de esa mina agotada, sólo serán repeticiones de algo que ya has escrito antes.

 

Esta antología compuesta de siete libros, totaliza toda mi creación poética, sin contar un primer libro que publiqué en mi juventud y que le puse como título, Recital de sensaciones y cantidad de versos perdidos en el ir y venir por esos mundos de Dios. De ahí que la titule Memoria poética global. Lo de “global” porque el temario va de lo individual al global sentido de lo universal. En esta antología que presento, se aprecia una evolución natural que va desde un tipo de poesía intimista y personal en los primeros años, reflejadas en: Ausencias (1964) y Nostalgias (1966), a un mirar “hacia afuera” relegando mi ego marchito al rincón de lo cotidiano, para dirigir mi sensibilidad de poeta hacia el entorno físico cercano y lejano, intentando responder a las incógnitas que lo trascendente y universal despertaban en mi cerebro. Tras este, digamos, alto vuelo del pensamiento hacia lo universal, reflejado en: Susurros (1969) y Voces del Infinito (1970), hay un descender al entorno social humano para poner al descubierto las injusticias ídem, reflejado en Misión Profética (1971) y Gaviota Humana (1976). Termina esta recopilación con el libro número siete que he titulado  Miscelánea Poética (1970 – 2007) cuyo contenido es un conjunto de poemas sueltos que no tienen más ilación que pertenecen al mismo autor.

 

           Poesía toda, en fin, que tiene un denominador común de inconformismo y crítica contra lo humano y sus comportamientos, que afloran por todos los poros de los siete libros que presento.

 

                                                                          Sitges, julio de 2009

 

 

 

Libro I

     

AUSENCIAS

Barcelona 1964

 

En este libro I, mi alma de poeta joven e inexperta, vibra bajo los vaivenes de los caprichosos brazos del amor primerizo.

 

   

       I

     Retorna a mí

que tu camino es mi camino

tu signo, mi signo

tu Dios, mi Dios.

 

    Ven a donde nos conocimos.

Construyamos un altar.

Pronunciemos en silencio

lo que nuestros labios temblorosos no dijeron.

 

    No sigas en tu marcha vacía.

Detén tus pensamientos.

Para tu miedo.

Oye mi voz.

 

    ¡Sé que volverás!

Piensa que el día de tu vida pasa.

Pronto, el sol se habrá marchado

y las tinieblas borrarán

el camino que te trae de regreso.

 

    Sufro por tu frío.

Por el calor, que inútil, se consume dentro.

Por la casa solitaria que te aguarda.

Porque quiero tenerte luego.

Sé que tu vivir es fuego

y que necesita la leña de mis letras.

 

    Un día saldrá el sol en tu horizonte.

Verás la señal del cielo.

Tus ojos miraran mi imagen.

¡Sentirás amor!

Como transportada.

Como pluma ligera.

Como retoño nuevo, darás fruto.

 

    ¡Soñarás!

Volverás a vivir tus sentimientos.

A querer como quisieras querer.

A ser amada como nunca imaginaste.

Te estaré esperando.

Paciente.

Caluroso.

Mis brazos prestos a estrecharte.

 

 

    II

 

    Me he rodeado de tus cosas.

Tus recuerdos son,

manantial que apaga mi locura.

Mis sueños, lugar de encuentro cotidiano.

La naturaleza entera me habla de ti.

Con cada cosa bella,

construyo una parte de tu cuerpo.

Todas juntas, el cosmos de tu ser.

El calor del sol, tu espíritu.

 

    ¡Tú vives en mí!

Eres la luz que ilumina mi mundo de poeta.

Respuesta a mis incógnitas.

Sendero para mis pasos solitarios.

Esencia de vida.

En tu mundo inmenso, soy cometa alegre,

cuando pasa cerca de tu fuego.

 

    Después, una fuerza misteriosa

 me roba de tu lado.

Perdido en la oscuridad de la noche infinita,

lloro estrellas que alumbren un poco

el camino otrora que fuera de sol y brillo.

¿Será tu luz que me ciega,

 este ser y no ser tuyo de siempre

o, quizás, tu fuego misterioso que me apaga?

        

 

    III

 

    Como estrella caída de su cielo,

como flor arrancada de su seto

soy sin tu presencia.

 

    Entre los recuerdos rotos de tus cosas,

lloro como niño.

Padezco con angustiosa queja tu huída.

¿Por qué no rompe tu corazón esa coraza?

¿Por qué no te dejas ser amada?

¡No apagues lo que encendiste!

¡No me vuelvas la espalda!

¡No abandones tu conquista!

!Tiéndeme tus manos!

¡Háblame!

¡Acaba tu obra!

¡Ámame!

 

 

    IV

 

    No lucen las estrellas de mi cielo.

Es por tu partida.

Privadas de tu fuego,

son como planetas opacos, sin vida;

muertos y apagados en el inmenso.

 

     

   V

 

    Púrpura grana son tus labios,

fina seda, tu piel.

 Todo tu ser, inspiración divina,

obra sublime salida de sus manos.

Viento cálido que anima las tardes del crepúsculo.

Lenguaje de las infinitas riquezas.

Espejo de las transparentes aguas cristalinas.

 

   ¿Por qué te cubres de tanto encanto?

Apetezco ardientemente tus formas.

Los límites naturales de tu cuerpo.

Haciéndote infinita, escapas de mí.

Siendo estrella, no te puedo besar.

Si agua limpia, mis dedos te rompen

cuando te quieren tocar.

¡Vuelve a la realidad mía!

!No juegues a ser diosa!

Quiero tu pequeñez.

Tus defectos de mujer.

Tu coquetería.

Tus besos negados.

Tus sonrisas.

Tus silencios.

No robes del día, su brillo.

No eclipses del sol, su grandeza.

 

    Deja para el cielo lo infinito.

Vuelve a la tierra toda plena.

Junta tus manos con las mías.

Deja que la pasión entre en tu pecho.

Llénate de lo humano.

 

Mira este hombre que espera.

Déjale entrar que tirita,

que su amor se encoge.

Ábreme, al menos, tus ventanas

que vea tu sombra al desnudarte,

aunque sólo sea, la luz que escapa de tu casa.

   

 

VI

 

    Peregrina estrella que has cruzado

el mundo de mis sueños.

Forma acabada de mis imaginaciones.

Cielo abierto a las necesidades de mi ingenio.

Antes de sentir tu presencia arrolladora,

ya había pensando en ti.

Cuando, ausente de mí,

dejaba mi imaginación libre.

En los atardeceres nostálgicos de mi alma.

En los deseos incontenibles del cuerpo.

 

    Has sido mi obra.

Dibujada y creada en mi cerebro.

Hecha a medida de mis deseos.

Cauce apropiado a mi caudal.

Fruto de unas ansias infinitas de amor.

 

    Realidad de mis sueños, te he conocido carne.

Has pasado rauda y con tal fuerza,

que mi cuerpo ha quedado marcado para siempre.

Mi lengua te repite incansable.

Mis ojos te ven en cada objeto.

Mis manos creen tocarte a cada instante.

Mis pies luchan por seguir el camino de tu huída.

 

 

    VII

 

    Me apercibo del ruido de tus pasos.

Siento tu presencia y me alerto.

Como ciego, tanteo en la oscuridad de mi silencio.

Todo mi cuerpo te grita.

Mis manos te buscan en las tinieblas duras.

Aparto y alejo mi silencio.

Pasan fugaces jirones de tu ausencia.

¡Corro tras ellos!

 

    Los soles de tus ojos aparecen en el lejano cielo.

Rasgo las tinieblas de lo imposible.

Escalo los senderos inaccesibles de tus "noes".

Arribo al remanso de tu corazón sincero.

Vuelo por alcanzar tu nido.

Gozar de tu visión.

Rozar tus labios con mi mirada.

Hacer de tus risas nota y música.

Llenar de tus cosas los rincones todos de mí mismo.

Regalarte con mi pluma.

Convertirte en el aire que respiro,

en la sangre que corre por mis venas,

en mi propio espíritu toda entera.

 

    Prendado de ti al descubrirte,

comenzó mi mano a sentirse poeta.

Sacó mi corazón fuerzas de tus fuerzas,

creó rimas para adornar tu encuentro.

 

 

          VIII

 

    Voz de mi silencio.

Fruto oculto de mis ansias.

Faro de mis anhelos.

 

    Te sueño en los ratos despiertos.

Te veo en mis noches dormidas.

 

 En los amaneceres te descubro,

entre los rayos de luz nueva.

En las tardes de rojo pardas,

en su quietud y calma.

 

    Cuando el viento roza mi cara,

es el aliento del respirar tuyo.

En las nubes del cielo veo tu cuerpo,

y en la gama multicolor del día, tu sonrisa.

 

    Soy en ti como el agua marina en la esponja.

¡Eres mi aire!

¡Mi mundo!

 

    La fragancia de las flores,

la armonía de mil sones,

el conjunto de lo bello,

son esencia de tu esencia.

 

    Me siento feliz con esta compañía.

Adoro cada momento de tiempo que pasa:

delicioso cauce del agua de tu vida.

 

    Tu presencia me envuelve y me regala.

Siento el calor de tu pecho.

La mesura de tus formas.

El frescor de tu sonrisa.

 

    Como "maná" perenne te recojo cada día.

Tu presencia es mi aliento.

Tu vivir mi sostén.

Tu espíritu, mi fuego.

 

 

    XI

 

    En el resonar solitario de mis pasos oigo tu nombre.

Cuando me detengo, lo gritan las piedras de la calle.

Tapo mis oídos, como si quisiera huir de tu ruido,

o como si deseara encontrarte en mi silencio.

 

    Hasta lo más adentro de mi mente llegan,

los gritos de mi ser entero que te repite.

No puedo huir de ti.

Eres mi aire.

La sangre que corre por mis venas.

Las células todas de mi ser.

 

    No sé que hacer sin tu presencia.

Como hormiga perdida en su camino,

me revuelvo sin dirección fija.

Por todas partes escucho

susurros silenciosos que nombran,

las formas armoniosas de tu cuerpo.

 

    Tu fría mirada sigue mi perdido caminar

y no me llama.

No se mueve tu mano tierna

ni dicen tus labios mi nombre.

¿A qué esperan?

 

 

     X

 

    ¿Dónde están tus pasos que no oigo su andar?

¿Dónde el ruido de ti en este silencio inmenso?

¿Dónde el sol de las mañanas en este amanecer oscuro?

¿Dónde la sonrisa de mis días?

 

    Te has ido como el humo disuelto en la atmósfera,

como el día absorbido por la noche.

La ausencia de tus cosas me hiela.

Como planeta sin sol, muero entre tus fríos.

 

    Ciego, mis manos se alargan buscándote,

hasta los soles y lo profundo del cosmos.

¡Y cuando tornan... ay, si las vieras!

Quemadas por la intensa búsqueda.

Tristes por el vacío que las llena.

Si tú supieras todo esto, seguro que volverías.

No podría tu corazón guardar silencio

ni tu alma reposar tranquila.

 

    Las cosas que te rodean

son las que te alejan.

Sus falsos brillos, los que te engañan.

La causa de tus silencios,

el bullicio de los que te halagan.

Porque sé que volverás un día,

te espero en un recodo de tu olvido.

Mientras, soñaré para no perderte,

Repasaré una a una tus palabras,

los gestos y tus cosas.

Entre sueño y sueño, al calor de mi fuego,

montaré guardia a tus recuerdos.

Cuando oiga tus pasos de regreso,

saltaré de mi lecho raudo,

corriendo por entre los montones de tus cosas,

hasta alcanzarte luego.

 

    Mis brazos apretarán tu cuerpo.

Celosos te llevarán muy lejos,

a donde no haya nada que te pueda apartar de nuevo.

Buscaré del universo un planeta,

en el que cinco soles alumbrarán el día.

Con las estrellas, más grandes y cercanas,

escribiré tu nombre

y en mi palacio de oro, vivirás eterna.

 

 

    XI

 

    ¡Si vieras cómo te he soñado cada noche!

¡Cuánto bendigo este don mío!

A él recurro en mi deambular nostálgico.

Con él compenso el olvido tuyo.

 

    Hay noches que mis dedos,

pinceles en el papel negro de los sueños,

dibujan tu rostro.

Con la tinta de mis recuerdos,

te escribo versos.

Me siento protagonista.

Soy el poderoso señor de altos castillos.

El que construye palacios de oro.

El que, a su paso, recibe "ohes" de admiración.

y tú, la princesa soñada.

La fiel servida por cien doncellas,

a la que rindo vasallaje.

¡Pero, ay, cuando el sueño se termina!

Con qué dolor veo romperse mis quimeras,

perder su brillo los palacios.

No oír esos "ohes" que me alababan.

Ver alejarte silenciosa,

quedarme sólo frente a la luz del día.

 

    Miro con tristeza mi cuerpo harapiento de recuerdos

y lo cubro con la sábana tosca de mi lecho.

¡Ingenuo esfuerzo!

¿Cómo huir del miedo de tu ausencia?

Me arrojo lejos de mi calma.

Me pierdo en la inmensa jungla de la gente.

¡Corro! Como huido.

Sin mirar atrás,

en busca de otros sueños más sueños.

Sueños que nunca pasen.

Que cobardes, no huyan ante el día.

Si tú quisieras vivir en esta pobreza mía...

Si no te importara mi nada...

¡Ay entonces!

¡Qué más daría tener castillos

o áureos palacios!

¡Oír "ohes" de admiración

o halagos fatuos!

Me bastaría tu realidad cruda.

Mi desnudez y la sangre caliente de mis venas.

Tu cuerpo y el alma que lo anima.

 

 

    XII

 

    Después del verano de tu presencia,

cómo siento el invierno duro de tu falta.

El helor de su frío, entumece mis sentidos.

Mis manos, apenas atinan a escribir mis sentimientos.

 

    Mientras corres en pos de tus deseos grandes,

sufro tu distancia.

Vestido con los jirones de tus recuerdos

ando los caminos de tu encuentro.

Perdido en mi no encontrarte,

lloro sólo.

 

    Extranjero en mis propios pensamientos,

me alejo por los senderos olvidados.

Pregunto a cada estrella por ti.

Busco debajo de cada planeta.

Pego mi oído a las piedras del camino,

esperando la respuesta de tu ruido.

Aquieto los latidos de mi alma por si llamas.

Nadie me dice de ti.

¡Silencio inmenso!

 

    Temblando por esta fría angustia,

me acerco al fuego de otros lares.

No me calienta su calor extraño.

¡Ah, si pudiera probar del tuyo!

Retozar en sus cenizas aún calientes.

¡Ven pronto!

Sé primavera buena.

Retóñame de nuevo con tu calor nuevo.

 

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